El ansia de conocimiento del ciudadano contemporáneo está inversamente proporcionada a sus carencias educativas. El abandono de las lenguas y asignaturas clásicas en los principales ciclos educativos, la falta de interés hacia la historia, la filosofía o la literatura están facturando generaciones enteras de nuevos ciudadanos, muchos de ellos estudiantes universitarios, doctos en infinidad de nuevas técnicas y conocimientos prácticos, pero huérfanos de base intelectual. De la nuestra, para empezar, del tronco occidental, de las grandes corrientes europeas del pensamiento y del arte, y por supuesto de las raíces conceptuales e ideológicas de las grandes religiones y filosofías orientales.

Consciente de ese hambre de saber, y de la inclinación a comparar lo que se desconoce, Julian Baggini ha compuesto un ensayo titulado Cómo piensa el mundo editado por el sello Paidós, en el que de manera transversal aborda y expone en paralelo una serie de conceptos básicos como el tiempo o el karma (por ejemplo), glosando lo que el mundo piensa o ha pensado de ellos.

Sobre el tiempo, Baggini parte de la base de que en el mundo actual el tiempo es lineal y se ordena en pasado, presente y futuro, «organizándose nuestros días mediante la progresión del reloj, y el corto y medio plazo mediante los calendarios y las agendas», remontándose a la historia mediante líneas temporales «apenas unos milenios atrás».

Ese predominio del tiempo lineal encaja «con una cosmovisión escatológica» en la que la historia humana en su totalidad conduce a un juicio final. Sin embargo, recuerda Baggini, la concepción cíclica del tiempo ha tenido especial sentido en las sociedades pre modernas «en las que escaseaban las innovaciones y los individuos vivían vidas similares a las de generaciones anteriores». «Sólo cabía hallar el sentido abrazando el ciclo de la vida y de la muerte y representando cada uno su papel lo mejor posible. Tal vez por eso el tiempo de los mayas, los incas o los hopis era visto de una forma cíclica».

En la filosofía china, la verdad y la sabiduría son inseparables. Confucio, según observaba con acierto el sinólogo James Legge, «no pensaba que su propósito fuera anunciar ninguna verdad nueva, ni iniciar una economía nueva, sino impedir que se perdiera lo que se había conocido anteriormente». El hombre superior intentará simplemente recuperar el patrón inmutable.

En el pensamiento islámico, sin embargo, opera un híbrido de tiempo cíclico y lineal, pues la historia humana «se aboca a un rejuvenecimiento circular debido a la aparición de los sucesivos profetas...»

Una aportación sugerente a lo que entendemos por filosofía divulgativa, en busca de los elementos comunes del pensamiento humano a partir «del momento axial» o aparición de las primeras corrientes filosóficas en torno al 5.000 antes de Cristo. Los dioses, el dios revelado, el tiempo, la tierra, el sol, la palabra, la muerte o los secretos de la vida espiritual se exponen aquí con claridad conceptual y cronológica, enseñando, ilustrando...

Título: Cómo piensa el mundo.

Autor: Julian Baggini.

Editorial: Paidós.

Traducción: Pablo Hermida