Él es escritor; Ella, arquitecta. Mantienen una relación sentimental, pero sobre ellos pesa el mundo capitalista contemporáneo, la modernidad líquida que con tanta precisión supo retratar Zygmunt Bauman. En Amor líquido, el sociólogo polaco trazaba uno de los modos que aquella modernidad instaura para diseñar los encuentros y desencuentros amorosos: «Sueltos, deben conectarse». Ese mismo mapa del deseo fue configurado por Robert Musil en El hombre sin atributos. Para el hombre sin cualidades que es Ulrich tener sentimientos significa necesariamente ser capaz de dar un significado personal a lo que se vive y que es precisamente lo que quisieran hacer los personajes de Mañana tendremos otros nombres.

La estirpe de actores sin nombre propio, anclada en las incertidumbres de «una generación a la que las superficies lisas ofrecían un simulacro de estabilidad y orden», configura un mundo en transición, cambiante, y eso es lo que retrata Patricio Pron (Rosario, Argentina, 1975) en este texto de ficción que ha ganado el Premio Alfaguara de Novela 2019 y que juega constantemente a ser un ensayo sobre unas relaciones personales efímeras, fragmentarias, inseguras, frágiles. Una suerte de parábola ficcional que trata de poner sobre la mesa las «nuevas configuraciones del deseo» atravesadas por la precariedad y la ambivalencia que a un tiempo se quieren sostenidas y ligeras. Es así porque «nadie sabía ya qué era la seducción, qué eran el abuso y el consentimiento; en particular, nadie sabía ya -y Él iba a tener que aprenderlo por su parte, como todos- qué eran las relaciones amorosas y cómo se establecían, puesto que era evidente que la forma en que muchas ocasiones se habían establecido en el pasado era inapropiada ya».

Pron ha escrito un libro cuya estructura es también líquida, enormemente frágil, como un andamio sobre un mar de hielo a punto de resquebrajarse por el peso de unas conciencias arruinadas y que saben que lo son por la frustración que causan al otro y a sí mismos. Es un texto heterogéneo que ni es novela ni es ensayo, sino una suerte de artefacto doble que fluctúa constantemente de uno a otro logrando que lo ensayístico se cuele de manera natural en la trama de la novela.

La historia entre Él y Ella postula la existencia de dos realidades, el mundo de la cotidianidad, donde ambos personajes quedan atados y desatados de manera constante, pero intermitentemente, y el mundo del deseo, donde los acontecimientos se arruinan por el peso de la conciencia que se sitúa entre El y Ella como una espada de Damocles. Al placer de la unión le sucede inmediatamente el horror de quedar encerrados en un Ellos que Él y Ella jamás acaban de crear. Él y Ella son sujetos escindidos entre lo cotidiano y el punto de fuga que para ambos es la realidad.

Un texto enormemente sugerente sobre los tiempos actuales y venideros, sobre lo que nos configura, sobre los nuevos roles de masculinidad y feminidad y sobre la velocidad como clave de lectura de las relaciones, que a veces es la salvación.

‘MAÑANA TENDREMOS OTROS NOMBRES’

Patricio Pron

Alfaguara