La hora de las gaviotas tiene un arranque de esos que engancha y que predispone a que casi pueda pasar cualquier cosa. Es el día de la celebración del Alarde, la fiesta de Hondarribia (San Sebastián) donde todavía, en pleno siglo XXI, no está bien visto que participen mujeres en el desfile: «Es increíble que a estas alturas en la que que crees que ya todo empieza a fluir en cuanto a la igualdad en el día a día, exista algo así. Es cuando te das cuenta de que falta mucho por hacer. Es triste ver que porque hay un grupo de mujeres que quiere desfilar haya gente, muchas mujeres entre ellas, que está dispuesta a humillarles y a levantar plásticos para invisibilizarlas... Yo tenía claro que tenía que escribir una novela localizada en este momento y este lugar porque el argumento es un regalo, la acción te sitúa ya en un momento de tensión absoluta». El que habla es el escritor Ibon Martín que con el thriller thrillerLa hora de las gaviotas (Plaza Janés) se ha colocado entre los tres más vendidos en España.

En mitad de ese desfile se produce un asesinato y, a partir de ahí todo se desata. «Claro que hay situaciones que predisponen -explica el propio Ibon Martín-. Es cuando te das cuenta que el odio y la venganza están en nuestra vida. El odio es el enemigo más peligroso porque flota por todos los lados, es un motor muy potente junto al amor. El odio es un sentimiento muy negativo y nadie está a salvo ni de ser víctima de él ni de sentirlo hacia alguna otra persona».

En La hora de las gaviotas se desata de una manera salvaje y todo influido por un clima, el del País Vasco, que es, al estilo de las novelas negras nórdicas, un personaje más de la novela: «En Aragón también tenéis un clima que no es el más amable del mundo… Jugar con el clima es algo que nos hace sentirnos muy dentro porque todos padecemos los rigores del clima, al menos los que vivimos en una latitud normal, de Madrid al norte. El clima está muy presente en nuestras vidas, es un comentario continuo y en la novela ese chirimiri tan típico de la zona genera un clima muy potente que te mete de lleno en la acción». Esta está protagonizada por la suboficial de la Ertzaintza, Ane Cestero (ya al frente en La danza de los tulipanes, anterior novela de Ibon Martín), un personaje peculiar por definirlo de alguna manera: «Tiene bastante de mí», reflexiona el escritor que prosigue: «Por un lado, Ane es disciplinada y es una buena policía. De hecho, ha llegado a un grado dentro de la Ertzaintza que para ser joven y mujer no es habitual pero también tiene un punto muy visceral y puede dejarse llevar por las situaciones. Si cree que para detener a un culpable tiene que saltarse las líneas, se las saltará porque no se preocupa de las consecuencias. Así que, por un lado, está dentro de la ley pero a veces se deja llevar por ese pronto. Piensa que cuando hay que actuar, hay que actuar».

¿Qué cree Ibon Martín que tienen los asesinatos que tanto atrapan a la gente? «Es algo que vemos también en televisión, las series que triunfan son thrillers o se le parecen. Creo vivimos muy rápido y nos gusta que las historias nos atrapen desde el primer momento. Por eso, por ejemplo, yo trato de sacudir al lector desde el primer momento, que haya un asesinato en la primera página o casi. El thriller te genera miedo, empatía, tensión y todos nos vemos bastante reflejados en ello y nos resulta adictivo». Es por eso que el autor, que viene de la literatura de viajes, no cree que sea un género que tenga nada por lo que acomplejarse con respecto a ninguno: «Es verdad que se ha visto muchas veces como una literatura de segunda clase, algo que, desde luego, no comparto. Sí que quizá haya otro tipo de novela con una creación literaria más exquisita pero la literatura lo que tiene que conseguir es que la gente lea. Si el lector quiere novela negra, que la lea. No es una novela inferior ni mucho menos de segunda», asegura un autor que tenía que estar hoy presentado La hora de las gaviotas en Alcañiz dentro del festival Aragón Negro pero la situación pandémica actual ha obligado a la ciudad turolense a suspender todos sus actos. Y tranquiliza a los aficionados a esta brigada tan peculiar: «Al menos habrá un caso más con ellos. No sé si será la despedida pero un más habrá».