Me atrevo a decir que lo más complicado de una novela es la construcción de personajes. Y reincido en mi atrevimiento al añadir que ella es una autora que a sus protagonistas sabe darles la palabra, otorgarles la facultad de obrar y regalarles una vida intensa, que no es poco cuando de una elaboración propia se trata. Escribe de verdad, con la fluidez de quien domina el proceso y con el ingenio de quien tiene respuestas para las preguntas que sus creaciones le formulan. Escribe con la verdad por delante. Sé bien lo que digo porque fui testigo presencial de sus primeras publicaciones, relatos apasionados que se unían para darle al conjunto otra entidad y que permitían diversas miradas. Recientemente Pilar Laura Mateo ha publicado, de nuevo en Mira Editores, Toda esa luz, una historia próxima al género negro que cuenta también con elementos de parodia y de literatura en estado puro y cuya acción se desarrolla en Zaragoza.

A la protagonista de esta oscura trama, Sofía Román, le viene todo de golpe, sin provocarlo. Trabaja en un local de copas nocturno tras haber sido despedida de mala manera de la empresa en la que ocupaba un puesto de responsabilidad. Más cerca de la cúspide, convertido en uno de los jefazos, se encontraba su novio, que de repente, y para más inri, ha decidido romper con la relación de pareja. A la par, dos buenas amigas del pasado fallecen, y una soledad demoledora la invade. Centrada en sobrevivir, dos hombres jóvenes aparecen de entre las sombras para invitarla a regresar al pasado e investigar sobre la muerte de una de ellas. Ocurrió en un extraño accidente que parece tener más de extraño que de accidente. Comienza un periplo para el que todos tendrán que andarse con cuidado porque a medida que avanzan en sus conclusiones, las suspicacias de los otros no han hecho sino aflorar. Y parece que no va a haber quien las pare.

Esta es una novela con un ritmo trepidante en la que además los diálogos aportan agilidad y expectación. Sucumbiendo a su insistencia, forma equipo con dichos colegas, con los que va metiendo las narices en todo lo que huele a chamusquina, y juntos les tocará ejercer de héroes y de víctimas, pues no cabe utilizar la vía convencional dejando el asunto en manos policiales o detectivescas. Organizados a su manera, incluso habrán de sufrir la desconfianza que se establece entre ellos al no ser transparentes con la información de la que parten y que solo reparten y comparten con abundantes dosis de prudencia y recelo. Pero los avances son tan evidentes que las aventuras no cesan. Tampoco los cabos sueltos de los que tirar, y la acción se dispara hasta el punto de que ocurren contratiempos tan sospechosos como inesperados.

Los personajes irradian emociones que se dibujan a pinceladas y que denotan una evolución necesaria. Nada será igual a partir del terror que supone descubrir que aquella persona amada, aquel entramado laboral, aquellas negociaciones cerradas o aquellas palabras dichas a destiempo significaban algo más, para bien o para mal. Significaban lo que resultaba impensable que significaran. Por otra parte, son principales los secundarios que dibujan el mundo de Sofía, que ayudan a entender su ascenso y su caída. Suponen el mejor refuerzo para quien se encuentra al límite de sus fuerzas, pues apenas si cuenta con medios para tenerse en pie y manejarse en el día a día. Es un retrato muy perfilado, como si se hubiera abandonado a su suerte y fuera una joven incapaz de reinventarse. Pero nada será igual tras descubrir la ingenuidad de la que ha sido víctima durante demasiado tiempo.

Cada capítulo encuentra el calificativo perfecto como titular, lo que ayuda a entender cómo la vida consiste en una serie de pasos que van apareciendo conforme los ya dados van desapareciendo. Igualmente, la autora opta por encajar interferencias en su estructura, un guiño personal que interrumpe el proceso y que obliga a desviar la atención hacia quien no puede alzar la voz. Pilar Laura Mateo, que en 2010 obtuvo el Premio Nacional Ínsula del Ebro, sabe narrar historias y sabe construir personajes. Y eso solo lo consiguen quienes cuentan con un estilo único y un sello propio.