Con un recuerdo emotivo a Claudio López Lamadrid, la 22ª edición del Premio Alfaguara distinguió al escritor argentino Patricio Pron, un autor de la casa, que fue justamente uno de los escritores que el recientemente fallecido editor impulsó en España, porque es aquí, en Madrid, donde reside. Bajo plica y bajo el seudónimo del título de una novela de Max Frisch, No soy Stiller, se desveló uno de esos larguísimo títulos a los que tan habitual es Pron. En este caso, Mañana tendremos otros nombres, que el jurado destacó como «la fascinante autopsia de una ruptura amorosa, que va más allá del amor y es el mapeo sentimental de una sociedad donde las relaciones son un producto de consumo».

Pron saludó a su esposa desde el estrado riendo, como para demostrar que su presente no tiene nada que ver con las experiencias de desamor que presenta una novela que confesó inspirada por sus viejas experiencias y por las de algunos de sus amigos.

Juan José Millás, presidente del jurado, precisó que los protagonistas sin nombre, que Pron solo denomina como Él y Ella, «son bastante conscientes de su alienación, de la malversación de sus sentimientos que caracteriza la época contemporánea». Esa intención fue aceptada por el autor argentino que asegura que en los últimos años su escritura se ha enfrentado a un despojamiento y esencialidad que, en esta ocasión, ha incidido en los nombres propios. Nada necesarios. «Me di cuenta de que sobraban los nombres y por esa razón me di cuenta de que aspiraba a que el libro tuviera un alcance universal».

Además de Millás, el jurado estuvo integrado además por los también escritores Jorge Fernández Díaz y Manuel Vilas, la editora Gunilla Sondell, la directora de la librería Oletvm de Valladolid, Estrella García, y Pilar Reyes (con voz pero sin voto), directora editorial de Alfaguara. El premio está dotado con 154.000 euros.

CAMBIO DE PARADIGMA AMOROSO

Según Pron, su intención ha sido hablar de cosas que confluyen en «lo que habitualmente no pensamos cuando pensamos el amor». Para él el paradigma amoroso es cada vez más complicado y poco tiene que ver con la idea de familila que existía en su adolescencia. «Hoy se conforman nuevas parejas y nuevas formas de amor y creo que la literatura tiene que dar respuesta a esos modelos y a cómo definimos el consenso social en un momento de transición». Según el autor, por esa razón, esta novela solo podía ser escrita en este momento.

Se niega el argentino a admitir que esta sea una novela filosófica porque nace de la confluencia de sus experiencias pero sobre todo de las de muchos amigos que al filo de la cuarentena se encuentran de nuevo como solteros en el mercado sentimental. De ahí que las escenas de sexo, que las hay, tengan una finalidad que más que caldear los ánimos del lector sea «invitarle a la reflexión».

Él y Ella son un escritor de ensayos y una arquitecta que después de cuatro años de convivencia deciden separarse. Ella parece tener más armas para enfrentarse a su nuevo estado y él se ve sumido en el desconcierto. Para el autor, ambos forman parte de la generación Tinder, donde la exposición en las redes sociales no oculta una profunda decepción de partida. El resultado es una dura radiografía.

Pron (Rosario, Argentina, 1975) es autor de cinco libros de relatos, entre los que se encuentran El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan (2010), Trayéndolo todo de regreso a casa. Relatos 1990-2010 (2011), La vida interior de las plantas de interior (2013) y Lo que está y no se usa nos fulminará (2018).

Entre sus novelas destacan El comienzo de la primavera (2008), ganadora del Premio Jaén de Novela y distinguida por la Fundación José Manuel Lara como una de las cinco mejores obras publicadas en España ese año: El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia (2011), Nosotros caminamos en sueños (2014) o No derrames tus lágrimas por nadie que viva en estas calles, por la que obtuvo el Premio Cálamo Extraordinario 2016, que otorga la prestigiosa librería zaragozana del mismo nombre.

A esta edición del Premio Alfaguara se han presentado 767 manuscritos, de los cuáles 313 han sido remitidos desde España, 155 desde Argentina, 104 de México, 93 de Colombia, 41 de Estados Unidos, 33 de Chile, 19 de Perú y 9 desde Uruguay.