El libro, que es una bella edición magníficamente ilustrada, expone a la luz pública una faceta del pintor universal Goya como reportero de guerra y cronista de Burdeos. Su título nace desde la mirada de una periodista, su autora, María Santos-Sainz, doctora en Ciencias de la Información y profesora del Instituto de Periodismo Burdeos-Aquitania (IJBA) de la Universidad de Bordeaux-Montaigne.

El famoso pintor de corte decide exilarse voluntariamente a Francia, donde se siente libre de dibujar y pintar lo que desee. Hará un arte privado, no sometido a ninguna limitación, ni condicionamiento. Allí tiene algunos amigos intelectuales (Fernández de Moratín, entre otros) y vivirá el final de su existencia en libertad, amor, justicia y verdad. 78 años son muchos y es consciente de que su salud es débil y su vida corta. Ha demostrado suficientemente su talento y ahora se va a ocupar de los invisibles de la ciudad: pobres, ancianos, prostitutas (recogidos en el Álbum de Burdeos). Como cualquier reportero gráfico comprometido, retrata las capas sociales más desfavorecidas. Es ahí donde su espíritu sensible y socialmente comprometido se pone de manifiesto.

El libro cuenta con un índice excelente: 1) el camino del exilio, 2) Goya cronista de la ciudad, 3) El amor de Leocadia, 4) Rosarito, su hija adoptiva, 5) Los enigmas de La Lechera, 7) Goya pensador, 8) Goya reportero, 9) El adiós.

Dos miradas que se encuentran. La mirada del pintor Goya es una (su forma de resolver, de plasmar la luz y las sombras, sus dibujos y su oficio son universalmente reconocidos) y La mirada del reportero de guerra y cronista de Burdeos es otra (se aúnan la mano del pintor y la mirada del reportero).

El término francés Vede-reportage encaja proverbialmente con la obra del último Goya: pinta o dibuja lo que ve. Hace un periodismo visual. Ofrece un testimonio directo de su realidad. Es un precursor del fotoperiodismo, que titula sus dibujos como lo haría un reportero en la actualidad, y además escribe su pie de foto: Yo lo vi. Porque en ocasiones dibuja del natural y es testimonio de la realidad social que le rodea.

Mirada imparcial de Goya. Ve lo que hay: pobreza, injusticia, abusos y excesos políticos, fanatismo religioso y violencias de todo tipo. También dibuja y pinta a la mujer, en dos facetas: una como heroína, y otra como víctima. Lo mismo hace con la guerra. Denuncia las atrocidades y los horrores de ambas partes. Goya ne s’engage d’aucun côte. Es el mejor fotorreportero, el más comprometido con el dolor y la inutilidad de la guerra: objetivo e imparcial. Susan Sonntag diría: «Goya hace entrar, por primera vez en la historia, la noción del sufrimiento con un comentario moral».

Dibujos. El gran pintor de cámara, cuando se retira a Burdeos se siente libre para estudiar, investigar y dibujar. Sus re-presentaciones en caricaturas, viñetas, o cómics plantean una denuncia social potentísima «sin palabras», como lo haría un dibujante actual en un periódico. Está haciendo uso de su libertad de expresión como artista, como librepensador y como precursor del fotoperiodismo.

Las tres libertades: de expresión, de prensa y de información. Estas son las libertades en las que se asienta el Periodismo y Goya utiliza las tres. Con sus dibujos está informando, expresando y publicando las atrocidades que ve, que son tan horrorosas en España como Francia, como en cualquier otro lugar donde se produzca una guerra.

La tercera mirada. Es la de la autora que, con su sensibilidad, trabajo y esfuerzo, ofrece a todos sus lectores, la posibilidad de conocer al último Goya: reportero y cronista de Burdeos donde vive también su último amor: Leocadia.