Jaime Siles ha titulado su más reciente libro de poesía Galería de rara antigüedad, publicado por Visor. Pero ¿cuál es la rareza de esa antigüedad? Quizá haya que entenderla en el sentido de que todo el poemario supone una rendida declaración de amor a un tiempo pasado, algo no muy usual en estos momentos. Siles no esconde su profunda admiración por el mundo de la Grecia clásica, que se convierte en el brillante protagonista de estos poemas.

Pero incluso en la encendida pasión que destilan todos los versos por la Grecia antigua puede percibirse una gradación. Como si quisiera hacer entrar al lector poco a poco en ese mundo clásico, los primeros poemas pueden leerse como paráfrasis de otras composiciones poéticas, con unas fuentes claramente reconocidas: Homero, sobre todas las cosas, de cuya Ilíada dice Siles no sin razón: «Todo está dicho --muy bien dicho-- allí». No es el primero ni --es de esperar-- el último poeta que bebe más o menos directamente de la fértil fuente homérica.

Sin embargo, lo podría parecer en un principio que iba a ser una mera evocación formal se va convirtiendo conforme pasan las páginas en un poemario mucho más personal aunque, paradójicamente, sean otros personajes quienes protagonicen los versos. Y así, si en algunos poemas se da el vértigo de confundir lo que es creación, paráfrasis, interpretación o mera traducción del original griego, conforme transcurre el libro, sin embargo, esos planos de realidad van confluyendo como si dos voces al principio distintas se fueran sincronizando en una sola melodía.

Ahí estriba posiblemente otra de las rarezas de la antigüedad evocada por Siles, que consigue hacer del tiempo «un continuo y mágico fluir», como explica en el prólogo, que por cierto merece la pena releer una vez concluido el libro: otra forma de retornar al pasado para encontrarse con el presente.

GALERÍA DE RARA ANTIGÜEDAD

Jaime Siles

Visor