Pasa un poco con la historia como con la filosofía. De la misma manera que ya no hay grandes filósofos, capaces de establecer nuevos sistemas de pensamiento, tampoco disfrutamos de grandes historiadores capaces de iluminar el pasado, y de paso el presente. Como sí, desde luego, lograron hacerlo algunos de sus magistrales precedentes: Mommsen, Von Ranke, Ruskin, Michelet o Braudel.

En este capítulo de selectos especialistas debería incluirse Jacob Burckhardt, una de cuyas obras maestras, Del paganismo al cristianismo, ha vuelto a reeditar el sello mexicano, bien distribuido en España, Fondo de Cultura Económica.

Discípulo de Von Ranke, precisamente, Burckhardt nació y murió en Basilea, Suiza, entre 1818 y 1897. En su Universidad fue colega de Friedrich Nietzsche, con quien le unió una gran amistad y una mutua admiración. Pionero en un nuevo tratamiento de la historia del arte, la que suele considerarse su obra cumbre, La cultura del Renacimiento en Italia, sigue siendo en la actualidad un texto referencial.

En este otro formidable trabajo, 'Del paganismo al cristianismo', firmado en 1853, pero más fresco y actual que muchos de los perecederos ladrillos escritos hoy en día por tantos y aburridos profesores universitarios de historia, responsables de pobres monografías y del vaciado masivo de las aulas, Burckhardt abordó con lucidez y amenidad el análisis de un período entendido como la decadencia del imperio romano.

El amplio recorrido histórico de este recomendable ensayo comienza con el asesinato del emperador Cómodo. Continúa con el ascenso al cesarato de Diocleciano y su nuevo sistema de gobierno, basado en una reforma profunda de la administración imperial, mucho más homogénea, eficaz y centralizada que las anteriores. Exponiendo asimismo Burckhardt las razones por las que Diocleciano, tras años de pacífica convivencia, ordenó la que sería una de las más terribles persecuciones contra los cristianos.

Finalmente, el autor dibuja la figura de Constantino el Grande, primer emperador cristiano, al tiempo que nos presentará los rasgos políticos, bélicos y económicos de su decisivo mandato.

Del paganismo al cristianismo presenta toda una galería de dioses mediterráneos, autóctonos o refundados por Roma. A Burckhardt le resultó curioso comprobar cómo los romanos, que odiaban a sus grandes competidores, los cartagineses, en absoluto aborrecieron a sus dioses. Tampoco a las deidades persas, resistentes en su adaptación al panteón romano, especialmente el culto a Mitra.

Algo parecido sucedería con el monoteísmo judío, que el imperio acabaría adoptando.

Grecia, por su parte, conservó su panteón, incluso a sus pequeños dioses locales.

Todos reconocían a la Afrodita griega en la Astarté de Asia Menor, en la Athyr de los egipcios o en la Diosa Celeste de Cartago, y lo mismo ocurrió con otras muchas divinidades. Pues todas, para el politeísta griego y romano, fueron dioses... Hasta que llegó el cristianismo.

Título: ‘Del paganismo al cristianismo’

Autor: Jacob Burckhardt

Editorial: FCE