Teruel no está muriéndose porque los que allí viven no reblan en su empeño por luchar por su tierra. Los andorranos exigen alternativas al carbón, no se cansan de luchar por un medio rural digno, quieren decidir dónde vivir, y muestra de ello fue la histórica manifestación de este fin de semana.

A Teruel lo están matando. Total, ¿qué más da? ¿qué suponen los votos de unos pocos? Que los errores en la gestión de los fondos Fite y las ayudas del Plan Miner no los pague el pueblo. La dotación de más de 1.000 millones de euros a lo largo de estos últimos veinte años no ha servido para cimentar una reconversión real del carbón y la central térmica. ¿Cómo puede ser que el 62% de los 158 millones de euros de los fondos Miner 2013-2018 se haya invertido en localidades no mineras? Algo han hecho mal los gestores, y tiempo han tenido.

Con el nuevo Plan Miner 2019-2027 los requisitos para atraer inversión siguen inalterables, por lo que es probable que los fondos sigan recalando en zonas limítrofes y no en el territorio afectado. Puede decirse que la fábrica de cartones DS Smith es la única iniciativa que sigue manteniendo empleo en Andorra. Otros proyectos como la cementera nunca llegaron a ponerse en marcha. Por favor, tómense en serio la labor de atraer inversión solvente y sostenible.

Quizá tú no lo entiendas porque no has nacido ni te has criado en Andorra. Es posible que tampoco tengas a toda tu familia viviendo allí. A tus primos no, claro, ellos también tuvieron que marcharse. Probablemente estés pensando que es una vergüenza que se siga subvencionando con dinero de todos el carbón, una actividad que desde hace años tiene sus días contados.

Yo también abogo por un futuro de energías limpias. Tendría que haberse empezado a trabajar hace décadas en ese camino, pero miro a mi provincia y me embarga una sensación de tristeza: Teruel se siente olvidado y obviado. Hay que seguir luchando por acabar con algo que parece estar tan intrínsecamente ligado a este territorio como es la despoblación. Tal y como dicen en mi pueblo: ¡Rasmia y pitera!