En torno a 1885, Arthur Batut (Castres, 1846-Labruguière, 1918) realizó el retrato-tipo de hombres y mujeres de la Colonia de San Luis de Huesca, donde su hijo Raoul trabajaba como administrador de la propiedad agrícola. Las frecuentes visitas de Batut le animaron a experimentar en aquel entorno el procedimiento al que dedicó el libro La photographie appliquée à la production du type d’une famille, d’une tribu ou d’une race (1887). El afán experimental de Batut y su interés por la antropología, la agronomía o la arqueología... determinaron el conocimiento y la práctica temprana de la fotografía y de sus múltiples aplicaciones en los más diversos ámbitos.

«¿Le gustaría a usted conocer los rasgos de sus futuros hijos?», comenzaba uno de los artículos que Batut publicó en prensa en 1887. Su método consistía, según explicó, «en reproducir con ayuda de la fotografía un rostro cuya realidad material no existe en ninguna parte, un ser irreal, cuyos elementos constitutivos están diseminados en cierto número de individuos y que solo puede ser concebido virtualmente. ¿Acaso es un sueño? Estoy convencido de que el olvido en el que se encuentra sumido desde hace tiempo un procedimiento rigurosamente científico, capaz de ser de gran ayuda para la etnografía, y quizá también para otras ciencias cercanas, se debe al escepticismo provocado por el anuncio de semejante resultado».

Sobre su experiencia en Huesca, escribió: «... finalmente, reflejamos un retrato-tipo, que he conseguido con un grupo de seis mujeres españolas, mayores muchas de ellas, que forman parte de la población agrícola de los alrededores de Huesca, en el Alto Aragón. Aquí la forma del rostro se alarga, los ojos se juntan, unos ojos negros y profundos cuya intensa mirada parece perderse en el más allá. La fisonomía es grave, apasionada, mística. Todo lo que se atribuye comúnmente al carácter español parece cobrar vida en esta imagen». Para la exposición Signos de la imagen en Huesca (Diputación de Huesca, 2006), solicitamos al Musée Arthur Batut de Labruguière, la secuencia completa de los seis de retratos de mujeres y de los seis de hombres que dieron como resultado el retrato-tipo de mujer y de hombre, a partir de los cuales surgió el retrato-tipo de los habitantes de la Colonia de San Luis de Huesca.

El procedimiento que Batut explicó en varios de sus textos y en el libro citado, lo puso en práctica en los retratos-tipo que realizó en Francia (Labruguière, Les Gaux, Les Auriols, Arles y Agde) y en España (Huesca y Vich). La práctica del método incluía dos operaciones: la realización de los retratos que participarían en el retrato-tipo; y su producción. Cinco o seis fotografías eran suficientes para alcanzar resultados cuando se trata de un retrato-tipo de familia. Si, como sucedió en Huesca, se reúnen a los modelos en un mismo lugar, Batut aconsejó, además de una buena iluminación del espacio, trazar con tiza dos marcas: una alrededor de la silla tipo banqueta de piano que permita regular las alturas de los modelos, y la otra alrededor de la cámara, para evitar cualquier cambio de posición. Las personas han de posar de frente a la cámara. En el taller improvisado en Huesca, Batut optó por situar a sus modelos de pie, detrás de las sillas en cuyo respaldo apoyan las manos, una solución que le permitía equilibrar alturas, tan importantes en el desarrollo de su método. Detrás de las cabezas de cada modelo dispuso una pequeña alfombra para neutralizar el fondo. Una vez obtenidos los clichés, se revelan y sacan copias de similar intensidad. Sigue el proceso de producción que comienza con la impresión de todas las imágenes en el mismo vidrio sensible y su colocación sucesiva en idéntica posición. Con una aguja fina se agujerea el centro de los ojos que luego se marcará con puntos negros de lápiz muy fino, para así facilitar la coincidencia de todos los puntos visibles, y el posterior ajuste, que continúa en los cristales y también en los cartones donde se encolarán las copias fijadas a otro cartón del mismo grosor, y a una tablilla colocada sobre una mesa. Y se realizan las fotografías finales. Puede ocurrir, advirtió Batut, que el parecido dominante en el tipo obtenido sea el de una persona que no ha formado parte del proceso pero que sea pariente próximo de quienes han sido modelos y, por tanto, resuma en ella el tipo ideal de la familia a la que pertenece.

Batut consideraba que el procedimiento que había ideado, a partir del método de Francis Galton, muy influido a su vez por su primo Charles Dar- win, no debía considerarse una curiosidad fotográfica pues estaba convencido del enorme interés de su aplicación científica, una convicción que le convirtió en pionero. Lo explicó en sus conferencias de 1896: «Entre los maravillosos descubrimientos que el siglo que se acaba ha visto nacer, la fotografía es ciertamente uno de los más fecundo en aplicaciones inesperadas. Su lugar es hoy tan importante en el laboratorio del científico como en el taller del artista. [...] Cuentan que una tarde, al salir de una sesión en el estudio de Daguerre, el pintor Paul Delaroche deslumbrado por los resultados que le habían mostrado, exclamó: la pintura ha muerto a partir de hoy. No, la fotografía no ha acabado con la pintura; al contrario, ha venido en su ayuda llevándola a la observación más exacta de la naturaleza que se encarga de reproducir, idealizándola sin desfigurarla nunca».

Atento a todas las novedades prácticas y teóricas sobre la fotografía, Batut mantuvo correspondencia con destacados autores, entre ellos los Lumière que le confiaron pruebas de sus experimentaciones. No obstante y a pesar de que, según opinan Daniella Autha y Serge Nègre en el catálogo editado por la Universidad de Valencia en 2001, Batut no pretendía demostrar una teoría sino evidenciar los rasgos comunes de personas que vivían en un mismo lugar sin mucho contacto con el exterior, su método fue cuestionado por la prensa: «Queriendo demostrar demasiado, lo único que quedará patente es que todos los hombres son hermanos». No sería mal resultado.

El deseo de saber motivó la trayectoria vital de Batut y sus decisivas aportaciones a la fotografía: además del retrato-tipo, investigó y experimentó la fotografía aérea con cometas, sobre la que publicó un libro en 1890; y fue pionero en la aplicación de la fotografía en los estudios científicos.