Llegar caminando las espléndidas calles de una reluciente ciudad nueva y encontrar de golpe el resquebrajado muro de nuestra historia; abatido, golpeado, roto pero, por ello, más auténtico que el estridente reflejo de las nuevas farolas sobre espejeantes fachadas artificiales propias de nuestro siglo. Si en Zaragoza visitamos la sala Lanuza, en la calle San Pablo, en la sede de la Asociación de vecinos Casco viejo, hallamos la exposición Contraste, como una antítesis ante la realidad actual ya que se trata de una muestra que llama a nuestra reflexión, requiere la meditación, fomenta el pensamiento.

Alfonso Val Ortego (Zaragoza 1960) con cuatro lienzos y Paloma Marina con trece fotografías nos invitan a un universo que epata en mitad del desierto; deslumbra y perturba a la pupila que acostumbra a la sencillez. De perfecto maridaje entre pintura y fotografía, Contraste es capaz de crear un ambiente uniforme en la sala Lanuza. De un lado, las obras del artista Val Ortego nos muestran su constante obsesión por unificar arte figurativo con abstracción, idea que lleva a su máxima expresión en el cuadro titulado Ansia donde el desnudo masculino, que ocupa el extremo izquierdo del lienzo, parece querer alcanzar el maremágnum de un orden caótico que está brillando en el lado opuesto, el incendio de la idea, la luz dividida de las sombras por una rígida línea que tan solo el atrevimiento de la improvisación en la pincelada libre es capaz de atravesar.

El completo abstracto llega con la obra titulada Olvido donde paradójicamente todo el lienzo parece necesitar de la memoria en un engranaje del tiempo. Val Ortego también muestra en esta exposición su última obra, la impresionante y perturbadora Vanitas. Acercándonos al lienzo queremos ver una cuna iluminada en el centro del conjunto cuando, más próximos a la obra, adivinamos una cesta de fruta que guarda la vajilla, un plato donde aparece una cebolla partida, un frasco de cristal vacío y algunas cebollas más esparcidas por un improvisado bodegón que conforma la parte realista de la obra. Realismo que termina justo ahí para dar paso a la profundidad donde el artista excava en los soñado; ocres y colores otoñales pertenecientes a un pretérito muy presente, líneas entrecruzadas que conforman una pared lejana y una pequeña cruz brillando (¿quizás ardiendo de luz?) enclavada en ese imaginario muro.

'Vanitas', en la exposición de Alfonso Val Ortego en la sala Lanuza.

Por último, la primera obra que encontramos de Val Ortego en esta exposición es una vieja conocida, la titulada Gato, una personal invitación a la infancia y al recuerdo desvanecido.

Las trece fotografías que Paloma Marina (Zaragoza 1975) exhibe en Contraste es una puerta a la memoria histórica, una reivindicación, un aviso, una reflexión. Contrastar el espíritu puro e inocente de una niña frente al paisaje hostil de la barbarie, a veces, utilizando incluso la ironía como si de un Juego de niños se tratara. La infancia es la esperanza pulcramente vestida de blanco y es enfrentada a un erial diseñado para la muerte: el campo de concentración de Mathausen, un escenario donde 4500 españoles encontraron el final de sus días entre un total de 7000 compañeros.

Una de las fotografías que expone Paloma Marina estos días en la sala Lanuza. En la imagen aparece su hija Goya.

Esta galería fotográfica es un homenaje a aquellos mártires de la libertad pues su vulnerabilidad es la de esta niña, Goya, vestida de blanco. Y tampoco falta el doble homenaje al universal Francisco de Goya en obras como Caprichos o Las hundidas. Paloma Marina reivindica en esta muestra la memoria de aquellos españoles republicanos asesinados en el campo de concentración y lo hace con unas imágenes llenas de dolor donde, como un bálsamo redentor hecho luz, surge a veces la silueta diluida, a veces el claro y conciso retrato de su hija Goya, como una protagonista accidental que habla de paz y nos representa a todos. Olvido II o La alambrada subrayan la advertencia, el recuerdo de un pasado indigno sobre el que no debiera edificarse ningún sistema político.

No repetir la historia parece ser la consigna con la que todo el visitante de la exposición abandona la sala. Todavía están a tiempo de acercarse a la sala Lanuza si quieren disfrutar de una verdadera muestra de arte. Contraste se puede visitar hasta este jueves 14 de marzo, día en que se celebrará un acto de clausura a las 20 horas, con la actuación de la soprano Ana Cristina Zurita y la performance de danza Butoh en la que participarán Huguette Sidoine, Gonzalo Catalinas y Paloma Marina.