"¡Vaya! ¡Qué listo eres!", le dice una arrobada Julie Delpy a Ethan Hawke en Antes del anochecer, última película de esa maravillosa trilogía de Richard Linklater que recrea, en tiempo real, la evolución de una pareja a través de las décadas. Se trata de una broma entre ellos, con la que intentan aligerar uno de los episodios más sombríos de su erosionada relación, en la que los roles hombre/mujer dentro del matrimonio aparecen más tensionados que nunca, al no estar ya atemperados por el tamiz indulgente del enamoramiento.

Así, haciéndose la tonta y parodiando la fascinación que le produce el intelecto de su marido, ella, que es tremendamente inteligente, ironiza sobre la necesidad del ego masculino de una audiencia deslumbrada (preferentemente femenina) para reafirmarse y lograr, en este caso, que se restaure el equilibrio de fuerzas en la pareja.

Lo que la cinta está denunciando, de manera satírica, es un concepto bastante en boga: el mansplaining o, digámoslo en español, la machoexplicación. En otras palabras, el resorte irrefrenable y condescendiente que empuja a algunos hombres a dejar constancia de su sapiencia ante la interlocutora de marras, independientemente de que, por ejemplo, ésta sepa más del tema que él; o de que ese tema que precisa de sus inestimables notas al pie se trate del a, e, i, o, u, borriquito como tú.

Los machos explicativos, lo mismo que las meigas. Haberlos, haylos. Y que tengan la desfachatez de dibujarles un croquis sobre lo que no experimentarán en la vida a aquellas que sí lo harán, también. Para muestra, el señor Pablo Casado, quien se pronunció contra la actual ley del aborto en los términos que siguen: "Creo que es bueno que las mujeres [embarazadas] sepan lo que llevan dentro". Descubríos ante el descubrimiento, féminas. Arrojad vuestros sombreros, mantillas y pamelas al viento. Este tío acaba de inventar la rueda. De las siglas de su formación política se ha apeado el Popular. De un plumazo, lo ha convertido en el Partido Paternalista (PP). No en vano, se ha permitido el lujo de invadir con su erudición el coto de conocimiento ancestral de la hembra (ya saben, la mujer ha venido a este mundo a parir con dolor y demás basura).

Con humor y sarcasmo, como Julie Delpy en la película, han reaccionado las ciudadanas frente a estas epatantes declaraciones del ínclito macho explicativo. "Gracias, hasta ahora creía que lo que llevaba dentro era un huevo kinder con sorpresa". "Si no llega a ser por ti, aún pensaría que se ha apoderado de mí un alien". "Y yo que lo achacaba a los garbanzos...". Etcétera. Todo de este pelo. Reír por no llorar.

Al margen de lo que cada quien opine sobre una cuestión tan peliaguda, compleja y sensible como la del aborto, no puedes ir a hablarle a Noé de agua, a bordo de un arca de supuesta superioridad moral y, por lo visto (chúpate ésa), también mental. Y menos si, a continuación, vas a añadir una mamarrachez: "Es bueno conocer que lo que llevan dentro es una vida autónoma".

Vámonos a la RAE. Autónomo. El que tiene autonomía. Autonomía. Segunda acepción. "Condición de quien, para ciertas cosas, no depende de nadie". Pues eso. Que, gracias al insigne macho explicativo, podemos colegir que ese embrión es totalmente independiente de la generosidad de un cuerpo de mujer que lo acogerá, alimentará y formará durante nueve meses. Porque nace autónomo. Como los de Deliveroo. En fin, que, si vas a explicar una perogrullada, ten al menos la decencia de hacerlo bien.

En cambio, sí harían bien esos cerebros privilegiados en desentrañar, ya que se ponen, una serie de asuntillos que, a mí y a otras, úteros con patas, se nos antojan inexplicables. Nada, bagatelas. Por qué nosotras cobramos, de media, menos que ellos. Sí, sí, porque trabajamos más a tiempo parcial... pero y eso, ¿por qué? Porque recae sobre nosotras el cuidado de los ancianos, dependientes y niños. Vale, vale, pero y eso, ¿por qué, si ahora, por lo general, estamos más formadas? Y escucha, ¿por qué debemos andar por la calle temerosas y recelar de los portales? Porque nos pueden violar. O matar. Claro, pero... ¿¿por qué, copón?? Y entonces y aún así, ¿por qué el nuevo PP (Partido Paternalista, recordemos) se halla dispuestísimo a pactar con una especie de Gestapo misógina que ya va pidiendo nombres; los de los funcionarios encargados de velar por las víctimas de violencia de género? ¿Y por qué...? Cuántas preguntas para tantos arcanos. Todos indescifrables. Incluso para los machos explicativos, oiga.

No sé vosotras, pero yo empiezo a estar un poquito harta de que nos tomen por gilipollas.