Paddy Steer, de Manchester, es una especie de faraón galáctico con ropa comprada en un bazar chino. Y es, fundamentalmente, un hombre orquesta que conjuga con mucho salero lo analógico con lo digital. En circunstancias normales (quiero decir, cuando no hace música de encargo) su propuesta recoge tantas y tan variadas influencias que es complicado endosarle una taxonomía. Pero hay ocasiones especiales, como la del viernes en Zaragoza, en la que Paddy, sin abdicar de su línea de trabajo, crea de manera algo distinta. Así las cosas, no fue lo mismo el concierto que dio en el festival oscense Periferias en 2016 que la mencionada actuación zaragozana en la que tenía que poner música a unas imágenes prefijadas.

Y es que el viernes, Paddy abrió en el Teatro del Mercado el ciclo Retina, una sugerente programación de conciertos con proyección, charlas y proyecciones con debate que se prolongará hasta el 11 de abril. Nuestro faraón estuvo en el apartado conciertos con proyección y le tocó poner música en directo a la película, La carretera, de John Hillcoat. La cinta se estrenó en 2009 y, si recuerdan, está basada, con guion de Joe Penhall, en la novela homónima de Cormac McCarthy, en la que un padre y un hijo (Vigo Mortensen y Kodi Smit-McPheevagan son los actores) viajan hacia el sur en medio de la desolación, tras un cataclismo que ha dejado el planeta tierra más o menos como quedará la plaza de Colón, en Madrid, tras la concentración de hoy.

Si han visto la película no necesitan que les cuente detalles, y si no la han visionado es suficiente que les diga que la vida de los dos protagonistas no es nada fácil en un mundo sin alimentos, con el clima del revés, supervivientes caníbales, enfermedades varias y todo lo que puedan imaginarse. Un duro camino, tal vez hacia ninguna parte, en el que afloran sentimientos encontrados y en el que todavía hay energía para plantearse asuntos de moralidad. Nick Cave y su compinche Warren Ellis escribieron el score para la película, una partitura sin sobresaltos, que apenas subraya las muchas desventuras y fugaces alegrías de los protagonistas.

Padyy Steer se enfrenta a La carretera con otra actitud musical, con la intención de reforzar las imágenes subrayando de ellas desgracia, acelerando la huida, celebrando con euforia los hallazgos (el descubrimiento de un depósito subterráneo con comida, por ejemplo), reforzando las discusiones entre el padre y el hijo... Ruidismo, lirismo, efectos de ciencia ficción, ambientes espaciales, jazz desestructurado. En ocasiones, Paddy interactúa con la composición de Cave y Ellis, y en otras (un gran hallazgo) apenas salen de su consola y percusiones tenues sonidos para así dejar protagonismo a los gritos de desesperación o a las palabras de consuelo. Sin duda habrá quien prefiera la música original de La carretera a la recreación de Steer, pero, además de aportar dinamismo a una cinta tan lenta como desasosegante, su experiencia fue a todas luces, interesantísima. Viene a decirnos que las consecuencias de una catástrofe, aún siendo terribles, se pueden abordar desde puntos de vista diferentes. Tan distintos como el propio Paddy.