Y de repente, Zaragoza ocupó lugar principal en el mapa de la fotografía internacional. Fue uno de los empeños de la Sociedad Fotográfica de Zaragoza desde su fundación en 1923, junto al fomento de la afición en Aragón y la firme colaboración en el proceso de construcción del ideario regionalista. La fotografía cumplió los tres objetivos señalados aunque se haya pasado por alto el primero: la presencia en nuestra ciudad de obras realizadas por algunos de los fotógrafos más destacados del mundo que, sin duda, no pasaron inadvertidas técnica y formalmente a los fotógrafos aragoneses. La consulta de los catálogos -gracias a Julio Sánchez Millán, presidente de la SFZ- que acompañaron a los salones celebrados entre 1925 y 1935 depara grandes sorpresas; solo por citar algunos nombres encontramos los de Sudek, Kertesz, Melitta Lang, Rodchenko o Drtikol, a quien dedicamos este Visor.

La primera exposición que organizó la SFZ, a los pocos meses de su fundación, tuvo lugar en su sede de la calle Cuatro de Agosto nº 27 (28 de diciembre, 1923-4 de enero, 1924). Se trataba de seleccionar el envío de fotografías al IV Salón Internacional de Madrid. El jurado, integrado por Galiay, Díaz Domínguez y Dücker, eligió obras de Cativiela, Requejo, Gabriel y Miguel Faci, Lorenzo Pardo, Rived, Romero Ortiz, Samperio y Gil Marraco. El éxito de las fotografías de los socios en el Salón de Madrid y de Samperio en el London Salon de 1924 animaron la puesta en marcha de los Salones Internacionales de Fotografía de Zaragoza en 1925, con el apoyo del SIPA y su revista Aragón.

El I Salón se celebró en el Centro Mercantil y en el montaje, que dirigió Borobio, colaboraron los escultores Anel y Burriel; Díaz Domínguez diseñó el sello del certamen. Entre los autores figuró Frantisek Drtikol (Pribam, 1883-Praga, 1961) que en 1925 era uno de los fotógrafos más reconocidos a nivel internacional por sus desnudos. El pictorialismo temprano cedió, hacia 1917, ante la progresiva influencia del Jugendstil y del Simbolismo que pronto dejó paso a la influencia del futurismo, constructivismo y surrealismo. El cuerpo humano para Drtikol no albergaba el alma, sino que era un conjunto de formas de elevada significación estética que acentuaba en las composiciones de sus fotografías con elementos propios del Art Nouveau, para subrayar la elasticidad de los cuerpos en contraste con formas geométricas pintadas y en relación con juegos de luces y sombras. En 1923 su estilo cambió: las sombras proyectadas, mediante técnicas de iluminación propias del cine mudo o de la danza, sustituyeron a los fondos pintados, y las modelos eran bailarinas profesionales a las que hacía posar en escenarios inclinados de pronunciados contrastes visuales para sugerir movimiento.

En 1925 Drtikol logró el Grand Prix en la Exposición Internacional de Artes Decorativas de París y participó en el I Salón Internacional de Fotografía de Zaragoza. Repitió hasta 1931. Al año siguiente, lo echaron de menos «con sus característicos procedimientos de vanguardia».

Al II Salón, Drtikol presentó ocho carbones: Juego de luz, La sombra, Composición, La súplica, El vaso, Retrato, El chal negro y Teatro. En la revista Aragón se mencionó la destacada presencia de Checoslovaquia sin citar nombres. En el III Salón, celebrado como los anteriores en el Mercantil, Eloy Yanguas escribió: «Hemos observado en este Salón y en los dos que le han precedido, que la fotografía artística dentro de sus límites, ha seguido a las demás artes del color y de la línea en sus nobles inquietudes de vanguardia. (...) El fotógrafo de ahora con el color, mediante una rica serie de procedimientos técnicos, torturando la línea hasta hacerla decir lo que siente, reduciéndola a veces a simples masas de color o de sombras, ha logrado ser él mismo el asunto principal de su obra, y despegándose de la realidad mentir la bella mentira del arte».

Del conjunto destacó el envío de los checos y de Drtikol escribió que «ha combinado el desnudo -suprema calidad artística- con fondos artificiosos de luces, obteniendo aciertos tan plenos como en el titulado Desnudo -carnes, bloques y luz-. Junto a esa fotografía, que se reprodujo en catálogo, Drtikol figuró con seis carbones: El movimiento, Horror, Desnudo, El movimiento y Reflejo.

Fotografía y arte

El IV Salón de 1928 superó las mejores expectativas: se recibieron 3000 fotografías de 31 países de las que se mostraron 600 en el Mercantil, acondicionado por Regino Borobio que ideó un sistema de biombos y el trazado del jardincillo central. Francisco de Cidón concluyó su reflexión sobre la naturaleza artística de la fotografía: «La foto no es arte; pero con la foto se puede hacer arte». Y arte había hecho Drtikol en sus cinco bromuros: The Movement, Nude, The Group, Composition y Circus que se reprodujo. Gil Marraco y L. Almarza atendieron en su reseña al V Salón de 1929 en la revista Aragón, a los cuatro carbones de Drtikol tan característicos: «de grandes sombras y medias tintas, todos de desnudo».

Rafael María Martínez Roger firmó el comentario al VI Salón: «De Chechoslovaquia, Drtikol se apodera enseguida del visitante con seis fantasías modernas que nos presentan a este autor en una nueva modalidad donde manifiesta su savoir faire con la misma o mayor medida a que nos tenía acostumbrados». Eran los bromuros The Soul, The future, Image, No title, Girls y Composition, que se reprodujo: fotografías que sustituían el cuerpo humano con formas o siluetas recortadas en papel rígido, del periodo que Drtikol llamó fotopurismo. Image le valió la Medalla de Oro. El VII Salón de 1931 fue el último en el que participó. Sus pigmentos Juventud, Composición, Niño y perro, Desnudo y Composición, ocuparon lugar en el comentario de Ángel G. de Jalón: «El envío de Drtikol es esperado siempre con curiosidad. Este artista lo reúne todo, posee una imaginación que a veces desconcierta; sus obras son discutidas, pero ¿no es el mejor signo de su valía? El jurado le distinguió con una medalla de plata por un desnudo de mujer inconfundiblemente suyo, nota sobria vibrante, con su hermosa relación de pardos calientes en oposición a un valiente efecto de luz».

Drtikol dejó de participar en certámenes a comienzos de los años 30 y en 1935 cerró su estudio en Praga y abandonó la fotografía. Se alejó de todo para dedicarse a la meditación y a la filosofía. Murió como un ermitaño en 1961. Diez años después comenzó la recuperación de su legado, fundamental en la historia de la fotografía de vanguardia.