La inteligencia artificial (IA) ha estado mucho en los medios últimamente. Tanto es así que es solo una cuestión de tiempo antes de que se convierta en un estado de palabra de moda sin sentido como big data o nube. Pero parece haber más desinformación que conceptos sólidos.

El público en general parece ver a la IA como el mítico unicornio púrpura de la tecnología; escurridiza, poderosa, misteriosa, peligrosa y muy probablemente inventada.

En primer lugar, la IA no es nada de qué asustarse. No es un ser sensible como SkyNet o una bombilla de luz roja malvada como HAL. Fundamentalmente, la IA no es más que un programa de computadora lo suficientemente inteligente como para realizar tareas que normalmente requieren un análisis de la calidad humana. Eso es todo, no una máquina de guerra mecanizada omnipresente.

En segundo lugar, las IAs no están vivas. Si bien las IAs son capaces de realizar tareas que hacen los seres humanos, esto no implica que estén "vivas" como nosotros. No tienen una creatividad, emociones o deseos genuinos que no sean lo que programamos en ellos o detectan desde el entorno. A diferencia de la ciencia ficción (énfasis en la ficción), las IAs no tendrían ningún deseo de aparearse, replicarse o tener una pequeña familia de IAs.

Las IAs generalmente no son muy ambiciosas. Es cierto que, en un contexto muy limitado, una IA puede pensar de manera similar a nosotros y establecer tareas por sí misma. Pero su propósito general y la razón de la existencia se definen finalmente por nosotros al inicio. Como cualquier programa o tecnología, definimos cuál será su papel en nuestra sociedad. Tenga la seguridad de que su intención no será la de esclavizar a la humanidad y gobernarnos.

Mientras tanto, compañías como IBM, Google y Apple están desarrollando la próxima generación de aplicaciones basadas en IA utilizando pequeños fragmentos de código especializado para reemplazar el elemento humano en muchos trabajos agotadores, peligrosos o que requieren mucho tiempo. Estos son programas muy específicos, que solo mejoran nuestra sociedad y no deberían inculcar miedo en nadie.

Finalmente, la IA, como todos los programas de computadora, son controlados por humanos. Por supuesto, la IA puede diseñarse con intenciones maliciosas y armarse como tecnología nuclear o biológica, pero eso no es culpa de la ciencia sino de nosotros mismos.