En 1985 el Gobierno de Aragón adquirió el legado fotográfico de Juan Mora Insa (Escatrón, 1880-Zaragoza, 1954), que incluía el Archivo de Arte Aragonés iniciado en 1917, si bien fue en torno a 1910 cuando Virginia Espa Lasaosa, autora de la tesis doctoral sobre la trayectoria del fotógrafo, sitúa su primer intento sistemático de inventariar el patrimonio aragonés. Acorde con los intereses que regían la ideología regionalista de sus contemporáneos, Mora Insa entendió desde muy temprano la fructífera aplicación de la fotografía a la historia del arte mediante la catalogación gráfica de monumentos y obras, además de tipos y paisajes, que facilitaba el estudio e investigación académica, y la difusión turística de las riquezas de la región. Los consejos de Ricardo del Arco y José Galiay fueron cruciales en la decisión de Mora Insa, que contó con el apoyo decisivo del Sindicato de Iniciativa de Propaganda de Aragón (SIPA) y de su órgano de expresión, la revista Aragón, que publicó sus fotografías y estuvo muy atenta a su trayectoria; al igual que ocurría en Heraldo de Aragón, donde Mora era colaborador.

La sólida formación de Mora Insa favoreció los excelentes resultados de un proyecto extraordinario para el estudio del arte en Aragón, integrado por cerca de 4.000 registros con sus correspondientes fichas en las que, lamentablemente, el autor no incluyó fechas, lo que dificulta el trabajo investigador. Todo comenzó años después de su regreso de París, donde Mora Insa había trabajado en el estudio de Henri Manuel, entre 1905 y 1908, como retocador; un oficio que aprendió en Zaragoza, en el estudio de Ignacio Coyne, entre 1900 y 1905, al tiempo que terminaba sus estudios con Lucas Escolá en el Taller de Fotografía y Procedimientos Fotoquímicos, que se impartía en la Escuela de Artes y Oficios de la ciudad, donde estuvo matriculado entre los cursos de 1896 y 1902, según los datos de Virginia Espa.

Juan Mora Insa.

En 1917 Juan Mora Insa empezó a cotizar como profesional, fecha que bien puede coincidir con el inicio de su Archivo de Arte Aragonés, cuya elaboración supuso un tremendo esfuerzo ya que Mora había sufrido la amputación de la pierna derecha en 1887, momento en que dejó Escatrón para vivir en Zaragoza, en el domicilio del cirujano que le había operado. De París se trajo una bicicleta de piñón fijo con la que viajaba por la geografía rural de Aragón cargado con su cámara y el chasis de madera. En 1924, el Archivo incluía alrededor de 1.500 registros; que eran el doble en 1929. Para su difusión, Mora insertó anuncios en prensa y presentó una cuidada selección de sus fotografías en exposiciones. En enero de 1924 participó en la primera exposición de la Sociedad Fotográfica de Zaragoza, de la que fue miembro fundador; al mes siguiente inauguró su primera individual en la Agrupación de Artistas Aragoneses, en la que presentó cerca de cien fotografías. En junio, Heraldo de Aragón inició la serie fotográfica Aragón pintoresco con vistas de monumentos y pueblos de Aragón, que durante años firmó Mora en exclusiva. En septiembre de aquel año, el Centro Mercantil acogió su segunda individual: ciento cincuenta fotografías de monumentos, figuras y paisajes aragoneses. Fotografías, se pudo leer en prensa, «de gran valor para la Historia del Arte de Aragón, obra con la que Mora está encariñado y para la cual dispone ya de más de dos mil clichés perfectamente seleccionados y catalogados en su importante Archivo». Sobre la exposición también escribió Ricardo del Arco: ante la desaparición del patrimonio aragonés -casullas, retablos, códices, sillones fraileros...- consideraba urgente «la formación de un catálogo gráfico, amparado y aún subvencionado por las diputaciones y los prelados de Aragón» (Heraldo de Aragón, 7 enero 1925). Nadie mejor que Juan Mora para realizarlo, por su experiencia y profesionalidad. En 1925 participó en el I Salón Internacional de Fotografía de la SFZ, empezó a trabajar como reportero gráfico de la revista Aragón, y difundió su Archivo mediante proyecciones y conferencias en la Sociedad Fotográfica de Zaragoza. A partir de 1927 Manuel Lorenzo Pardo vinculó a Mora Insa a la Confederación Hidrográfica del Ebro, de la que fue nombrado funcionario en 1931. Sus fotografías de monumentos de Aragón se presentaron en el estand del SIPA de la Exposición Internacional de Barcelona de 1929; año en que las conservadoras de la Hispanic Society of America de Nueva York le compraron fotografías para los fondos de la institución.

Pórtico de la iglesia abacial del monasterio de Veruela.

En 1939 el Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico del Ministerio de Educación Nacional encargó a Mora un informe fotográfico de los monumentos de Aragón y Navarra que permitiera conocer el estado de conservación tras la guerra.

El deseo de Juan Mora Insa fue que su archivo quedara en Aragón y su voluntad se cumplió en 1985, cuando lo adquirió el Gobierno de Aragón que, para su correcta conservación, lo depositó en el Archivo Histórico Provincial de Zaragoza donde se puede consultar informatizado. En 1986 se presentó en La Lonja la exposición Imágenes de Aragón, ayer. Fotografías del Archivo Mora y, con tal motivo, se editó un catálogo con textos de diferentes autores que, en su aproximación urgente a la trayectoria del fotógrafo, introdujeron datos erróneos, que se repitieron en la muestra Archivo Fotográfico de Arte Aragonés. Juan Mora Insa (La Lonja, 1994). La investigación doctoral de Virginia Espa Lasaosa los corrigió. De aquellas exposiciones y catálogos cabe mencionar el trabajo realizado por Ángel Fuentes Cía, y la aproximación de Enrique L. Carbó. Ángel Fuentes atendió con rigor al legado de Mora Insa, a su composición y catalogación, y a su estado físico-químico.

Cerámica. Sr. Palús, Zaragoza. Foto de Juan Mora Insa.

El archivo incluye además de las 5.674 placas negativas y el fichero de notas, el equipo de toma de Mora Insa: dos cámaras, una de campo Globus E. Herbest & F. Gorlitz, y otra de 13 x 18 Contessa Nettel, y cinco objetivos. De que Mora estuvo muy atento a las novedades y mejoras tecnológicas que fueron introduciéndose en la fotografía no hay duda y así se explica, como anotó Fuentes, la diversidad de soportes, marcas y sensibilidades empleadas: sustituyó las placas de vidrio ortocromáticas y pantocromáticas, por las de gelatino-bromuro de plata, y los últimos negativos los obtuvo sobre base de nitrato de celulosa. Respecto al método de trabajo de Mora, Carbó lo comparó con el de un travelling cinematográfico, de lo general a lo particular, hasta llegar al plano de detalle, que le permitía situar el monumento en su contexto para, a continuación, aproximarse a cada uno de los detalles que consideraba más destacados, con una mirada sobria y distanciada, propia del carácter documental de sus fotografías.