El 7 de abril de 1917, Manuel de Falla estrenó en el Teatro Eslava de Madrid la pantomima El corregidor y la molinera, basada en la novela El sombrero de tres picos de Pedro Antonio de Alarcón, con libreto de Gregorio Martínez Sierra y María Lezárraga, y la dirección de orquesta a cargo de Joaquín Turina. A Serge Diaghilev, empresario de los Ballets Russes y amigo de Falla, le interesó tanto la obra que propuso incluirla en su repertorio tras la introducción de algunos cambios. Y Falla comenzó a trabajar en una nueva versión. Sabedor de su proyecto, Ignacio Zuloaga invitó al músico a viajar a Fuendetodos con motivo de la inauguración de las escuelas que se habían construido en un corral junto a la casa natal de Goya, convertida en museo de reproducciones fotográficas de sus obras, y la colocación de la primera piedra del monumento a Goya encargado a Julio Antonio.

Falla, amigo de Zuloaga desde 1910, aceptó acompañarle en un día tan especial que celebraba todas las iniciativas en las que el pintor vasco se había involucrado económicamente para conmemorar la figura de Goya: a la placa que en 1907 hizo poner en la casa donde murió en Burdeos siguió el empeño de colocar otra en la casa natal en Fuendetodos, en 1912, el mismo año en que hubo de corregirse la de Burdeos cuando se demostró que la dirección era otra. Zuloaga hizo partícipes de su idea al anticuario Hermenegildo Villagrasa y al pintor Rafael Aguado Arnal, que no dudaron en realizar las primeras gestiones, identificar la casa y activar una suscripción popular que Zuloaga abrió con 250 pesetas. El 4 de mayo de 1913, Zuloaga se reunió a la siete de la mañana con cerca de treinta personas en la estación de Utrillas de Zaragoza para coger un tren que les dejó cerca de Fuendetodos, adonde llegaron andando. «En una calleja estrecha, se sostiene agrietada, una modesta, casi miserable vivienda construida de desiguales piedras con yeso, muy típica, muy reducida con su pequeña puerta y diminutas ventanas bajo un mísero alero de desvencijadas telas», escribió Francisco Goyena en El Noticiero. El alcalde de Fuendetodos, Benito Corzán, descubrió la placa que Dionisio Lasuén había diseñado y esculpido. Siguió la visita al interior de la casa en la que sobre un mísero colchón se hallaba enferma una anciana descendiente de Goya, aunque la casa no era de su propiedad sino de Miguel Gascón. La excursión terminó en la iglesia para contemplar el armario-relicario que Goya pintó. Zuloaga expuso entonces otra iniciativa: adquirir la casa natal para convertirla en escuela o museo, mediante suscripción, que inició con 500 pesetas. En noviembre de 1915 firmó las escrituras. El cobro de entradas a la exposición Zuloaga y los artistas aragoneses que tuvo lugar en el Museo de Zaragoza, del 13 de mayo al 18 de junio de 1916, sirvió para restaurar y construir las escuelas de Fuendetodos, que se inauguraron el 8 de octubre de 1917.

Zuloaga decidió adelantarse unos días a una nueva romería espiritual a Fuendetodos para sentir en soledad el espíritu de Goya, dijo. El 8 de octubre, artistas y periodistas salieron de Zaragoza en veinte o treinta coches, según las crónicas. Entre los invitados no faltaron Julio Antonio, José Bueno, Díaz Domínguez, Gil Bergasa, Ostalé Tudela, Valenzuela la Rosa, Inocencio Jiménez, Lorenzo Pardo... Se unieron Manuel de Falla y la cantante polaca Aga Lahowska, que en aquellos años compartían conciertos en las filarmónicas de las principales ciudades de España. Según se informaba en los folletos que se editaron, Aga Lahowska, soprano, mezzo-soprano y reconocida cantante de lieder, había comenzado estudios en el Conservatorio de Varsovia que terminó con Jean de Reszke. Cantó con éxito en los teatros imperiales de Rusia y Austria, y realizó importantes giras por toda Europa. En España, además de su estrecha colaboración con Falla, Lahowska logró el aplauso por su interpretación de Carmen en el Teatro Nacional de Madrid. Centrado entonces en la escritura de la música para El sombrero de tres picos, Falla estimó oportuno acudir con Lahowska a Fuendetodos no sólo para acompañar al amigo sino, quizás también y sobre todo, para contagiarse del espíritu de Goya en Aragón que tan importante iba a ser en su proyecto.

Los actos de aquel día se iniciaron con una misa en la iglesia parroquial de Fuendetodos. Aga Lahowska, acompañada al clavecín por Falla, cantó música de Fauré. A continuación se inauguraron las escuelas Zuloaga, en cuyas paredes principales se colocaron dos retratos de Goya, uno pintado por Gil Bergasa que copiaba el de Vicente López, y el medallón cerámico de Daniel Zuloaga. Ignacio Zuloaga costeó una cartilla, cuyo texto había encargado a Valenzuela la Rosa, para que el alumnado de las escuelas supiera quien era Goya. Tras la colocación de la primera piedra del monumento a Goya de Julio Antonio, Aga Lahowska cantó desde el balcón de la casa del alcalde una jota, sin acompañamiento musical, que nadie reconoció a pesar de tratarse de la jota tradicional de las Siete canciones populares que Falla había adaptado en 1914. «Dicen que no nos queremos / porque no nos ven hablar; / a tu corazón y al mío / se lo pueden preguntar. // Ya me despido de ti, / de tu casa y tu ventana, / y aunque no quiera tu madre, / adiós, niña, hasta mañana». Grande fue la sorpresa de Falla, e imagino también que enorme su decepción, que superó tras ver en directo cómo se cantaba y bailaba la jota en Fuendetodos en la fiesta que siguió a las celebraciones. «No olvidaré nunca los días de Fuendetodos y Zaragoza, los proyectos formados en medio de tantos recuerdos y de tanta emoción de arte y de verdad», escribió Falla a Zuloaga el 17 de octubre de 1917.

El 21 de octubre de 1918, Falla envió a Diaghilev una postal que reproducía la obra El pelele de Goya para felicitarle por sus proyectos y por el triunfo de los aliados al final de la Primera Guerra Mundial. Sobre la imagen, Falla copió una melodía popular de El sombrero de tres picos que los Ballets Russes estrenaron con gran éxito el 22 de julio de 1919 en el Alhambra Theatre de Londres, con coreografía de Léonide Massine y diseños de vestuario y decorados de Picasso. Falla decidió que la danza final fuera una jota, e incorporó el manteo del Corregidor, inspirándose en El pelele, que no se correspondía con la novela. Picasso tomó buena nota. La visita de Falla a Fuendetodos fue crucial.