«He visto las mejores mentes de mi generación destruidas por los smarphones». Kate Tempest parafraseó así, brillantemente, a Allen Ginsber. Lo hizo en Mantente firme, su primer poemario publicado en español. Poeta, novelista, dramaturga y rapera, Tempest llegó al universo del hiphop para refrescarlo. The Book Of Traps And Lessons ( Republic Records / Music As Usual), su nuevo y reciente álbum, es una apuesta extraordinaria, vibrante y perturbadora, Textualmente es más personal que su predecesor (Let Them Eat Chaos), pero no evita los asuntos colectivos: «Va a pasar / Mi país se está deshaciendo como una cara torpe / ¿Fue ese un momento histórico? ¿Acabamos de Tropezar?». Una excelente producción musical armada con cuerdas, piano y pespuntes electrónicos deja respirar a las canciones más que en otros álbumes. Y es que Kate no rapea en sentido estricto; recita, declama en un atrapante spoken word repleto de ritmo, cadencia e intención. No se preocupen si no controlan mucho el idioma, pues vienen los textos en el disco; es más: ni siquiera es necesario entender lo escrito para caer rendido ante una apuesta a la que es muy difícil sustraerse.

Chick Corea.

De su disco Spanish Heart (1976) ha tomado Chick Corea el nombre para el grupo (The Spanish Heart Band), en el que están Jorge Pardo y Niño Josele y con el que ha grabado Antidote (Concord), un gozoso encuentro entre los ritmos latinos, el jazz, el flamenco, y la clásica. Del mencionado disco del 79 y de Touchtone (1982) ha elegido algunas piezas para Antidote, y ha completado el repertorio con composiciones de Paco de Lucía (Ziryab), Jobin (Desafinado) y Strawinsky (Pas de deux) y nuevas escrituras. Ruben Blades canta en dos piezas de este atractivo y completo spanish stroll.

He aquí el quinto álbum de versiones de la gran Rickie Lee Jones. Se titula Kicks (Everlasting) y revisa canciones escritas entre 1950 y 1970. Con notable tino, Rickie lleva a territorios diversos temas de Bad Company, Elton John y Bernie Taupin (aquí se decanta por el estilo Nueva Orleans), Steve Miller Band y America, entre otros. Borda Mack The Knife, mete Nagasaki en terreno swing, actualiza Cry (Johnnie Ray & The Four Lads la grabaron en 1951) y da buena cuenta de You’re Nobody Till Somebody Loves You.

75 Dollar Bill es un dúo neoyorquino formado por el guitarrista Chen Chen y percusionista Rick Brow. I Was Real (Glitterbeat) es su tercer disco, una arrebatadora reformulación de las esencias del blues a través de la música hindú, la psicodelia del norte de África y los arrebatos garajeros. Todo, con el apoyo de viola, bajo, saxo, sonidos procesados y tecnicas dron. Un colocón trance.

Prince.

Segundo asalto a los archivos de Prince. Originals (NPG / Warner) es una colección de demos de las canciones que escribió para otros artistas. El disco, que incluye Nothing Compares 2 U, que sí publicó Prince, es, al margen de otras consideraciones, una muestra del enorme talento del geniecillo de Minneapolis.

Protegida de Jack White (White Stripes), Mattiel, nacida en Georgia, Estados Unidos, presenta Satis Factory (Heavenly / Pias), su segundo disco, un trabajo de sabor retro, irónico y provocador, repleto de rock ochentero, grasa de garaje, rockabilly, spaguetti-western y ecos de los grupos femeninos de los años 60.

Dice el productor Flying Lotus que el concepto de su disco Flamagra (Music As Usual) es una llama eterna situada en una colina. Pues verán: la cosa arde en varios y candentes frentes sonoros, pues no en vano cuenta con las colaboraciones de David Linch, Anderson Paak, George Clinton, Tierra Whack, Shabazz Palaces, Toro y Moi, Solange, Denzel Curry...

King Coya (Gaby Kerpel, o sea) produce Suelta (Canta la selva), la nueva entrega de La Yegros, reina del folclore del litoral argentino. El resultado, con la participación de Eduardo Cabra, Jory Collignon y Soom T, es una picante colisión de tradiciones, electro tropical y agitaciones de dancehall y raga. Bella resulta la versión acústica de la pieza Cuando.

Bunbury, en vivo en California. Quince piezas de su repertorio, (entre ellas, varias de Héroes del silencio) dan forma a un disco sin sorpresas para los habituados a los conciertos del Bunbury más reciente. A saber: un directo musicalmente espectacular, con el detalle de que Enrique parece volver cada vez más a los días del exceso. Vocal, se entiende.