No hay certezas sobre el futuro. Ni siquiera en el corto plazo, pero menos todavía si hablamos de un horizonte lejano, tanto como el 2040, año a partir del cual estará prohibido matricular coches con motores de combustión. Pese a ello, el sector del automóvil parece caminar con paso firme hacia la era de la electrificación. El nuevo Corsa eléctrico se presentó esta pasada semana en Russelsheim (Alemania) y las expectativas son elevadas, pero son solo eso, porque el éxito o no del vehículo propulsado por baterías eléctricas vendrá determinado por la respuesta del cliente. Todo se reduce a comprobar si se comprará o no. Y el precio ya está fijado. 29.990 euros. ¿Caro? ¿Barato? Veremos.

Sea como fuere, los anuncios de inversiones se suceden semana tras semana. El grupo Volkswagen ha avanzado que construirá una fábrica de baterías en Salzgitter (Baja Sajonia), en la que invertirá mil millones de euros. La planta tendrá 700 empleados y suministrará a 70 nuevos modelos eléctricos que la compañía lanzará en los próximos 10 años.

Mientras, la estadounidense Ford pondrá en marcha unas nuevas instalaciones de montaje de baterías para vehículos eléctricos en Almussafes (Valencia) que servirán para suministrar a las versiones híbridas del nuevo Kuga, a partir del 2020. Esto ocurrirá a apenas 300 kilómetros de Zaragoza, provincia que mantiene la puja por albergar una nueva planta de fabricación de baterías eléctricas, un hito que daría un nuevo impulso al sector del automóvil en Aragón.

A la espera de que algo así ocurra, PSA (Citröen, Peugeot, Opel y DS) se ha convertido en el único fabricante que producirá en España coches 100% eléctricos en sus tres factorías españolas (Zaragoza, Vigo y Madrid) y lo hará gracias a la plataforma multienergía CMP, que permite producir motores de gasolina, diésel, híbridos enchufables o 100% eléctricos en la misma línea. Por lo pronto, en Figueruelas, la compañía ya ha invertido 250 millones de euros para el lanzamiento del nuevo Corsa.

Pero el futuro deberá pivotar sobre nuevos avances en el sector. El primero de los retos para Figueruelas será comprobar que el grupo PSA confía a ojos cerrados en el trabajo y la calidad que salen de la planta aragonesa. La confianza del grupo pilotado por Carlos Tavares será vital para mantener altos niveles de producción y, por tanto, de empleo.

Otro de los retos correrá a cargo de las empresas auxiliares ya instaladas en el territorio, que deberán acompañar esta transición con inversiones en tecnología. Su aportación, será también determinante para la buena marcha de un sector que solo en Aragón da empleo a 25.000 personas y supone un tercio de las exportaciones.

Los proveedores globales de piezas para los nuevos coches eléctricos también tendrán mucho que decir en el futuro de la automoción aragonesa. En los próximos años habrá que luchar por conseguir que elijan el territorio de la comunidad para instalarse. Si lo hacen, significará que hay negocio, que la apuesta por el coche eléctrico se consolida y que los fabricantes que ahora se ubican en un radio de 300 kilómetros a la redonda de Zaragoza siguen ahí.

Las grandes dudas

Pero lo cierto es que, a día de hoy, las dudas son muchas. La principal incógnita es cuál será el momento a partir del cual la electrificación será un negocio consolidado. Porque a estas alturas nadie parece saberlo.

También es un territorio inexplorado los efectos de esta nueva era en el mercado laboral. Todo apunta a que la automatización y la reducción de componentes comportará un descenso de las plantillas. Pero también es cierto que la electrificación abrirá nuevos nichos de negocio. Es el caso de las nuevas infraestructuras de carga, así como los servicios que llevará aparejado el mundo del auto. La conectividad, la imagen, la seguridad y la tecnología atraerán talento. Además, la electrificación requerirá un impulso del sector energético para abastecer una demanda creciente. Y Aragón ya ha comenzado a trazar el camino de la generación de energías limpias. Es un paso más, pero el camino es largo y no será sencillo.