Hace casi 80 años que el bando republicano fue derrotado en la guerra civil española. Tres años de muerte constante, bombardeos, hambre y utopías desvanecidas que, además, desembocaron en huidas al exilio. La frustración de una democracia perdida, de unos valores perdidos, de una patria perdida, provocó que algunos decidieran luchar bajo el mismo estandarte ideológico que en casa ya había desaparecido. También los aragoneses participaron en la segunda guerra mundial.

No solo marcharon al exilio para pelear. Miles de ellos, huyendo de la miseria, encontraron a veces una peor situación. Argèles-sur-Mer es un claro ejemplo. Hacia la vecina Francia partieron en tres oleadas distintas: con la archiconocida Bolsa de Bielsa, tras la Batalla del Ebro y la derrota en Cataluña.

Mítica fotografía de la liberación del campo de exterminio de Mauthausen.

Foto: Donald R. Ornitz

Román Egea Garcés fue uno de ellos. Nacido en Graus (Huesca) estuvo con la aviación republicana y más tarde se unió a Francia para acabar con el nazismo. Fue apresado y se convirtió en uno de los 9.000 españoles que sufrieron el horror del campo de exterminio de Mauthausen (Austria); 651 eran aragoneses. En concreto, él permaneció prisionero durante cinco años.

Un nombre que hasta hace bien poco no era conocido ni en su propio pueblo. A pesar de que un único partido político quisiera rendirle homenaje, muchos otros nos hemos enterado de su existencia con su fallecimiento. Ni placa, ni calle, ni ningún tipo de honores recibidos por su localidad de origen. Vergonzoso.

Egea murió el pasado 8 de febrero en Toulouse (Francia) a la edad de 99 años. Con él se pierde una de las últimas voces que podían atestiguar lo vivido en ese campo de la muerte. Pero no fue el único grausino que sufrió esta tragedia, Juan Campo Pérez, Gerardo Quiroga Andreu y Antonio Sesa Grau no llegaron a salir de allí. Solo en la comarca de la Ribagorza, 23 personas fueron deportadas. Y solo 5 de ellas lograron sobrevivir.

En un país donde seguimos manteniendo al dictador en su mausoleo, donde podemos ver estatuas, monumentos y glorias de franquistas... que no se homenajeen víctimas del nazismo, no es sorprendente, la verdad. Sin embargo, cabrea. Y mucho. ¿Por qué todavía seguimos anclados en el pasado?

A España le gusta predicar con el ejemplo y reincidir en su Historia con vetustas ideas que manchan su nombre. La diversidad cromática es un derecho; no obstante, repetir errores del pasado es un auténtico pecado.

Así, Antonio Machado, además de maravilloso poeta, se convirtió en adivino con su celebérrima cita: “Una de las dos Españas ha de helarte el corazón”. Así lo confirmó con su muerte hace justo 80 años (22 de febrero de 1939) en la localidad francesa de Colliure. En el exilio.