Hablar del Corredor Cantábrico- Mediterráneo es hablar de un proyecto de magnitud europea. No solo es muy importante para Aragón y la Comunidad Valenciana: estamos hablando de un proyecto imprescindible para exprimir al máximo el potencial logístico del conjunto de España y de Europa, desde el punto de vista de la competitividad de nuestras empresas, de la vertebración del territorio y de la sostenibilidad económica, social y medioambiental.

También estamos hablando de sentido común. Porque plantear la conexión ferroviaria de los puertos del Levante y el Cantábrico, a través de esta gran plataforma logística que es Aragón, es, lisa y llanamente, una cuestión de sentido común. Pero para que ese sentido común pueda llegar a condicionar y orientar las decisiones políticas -tanto en Madrid como en Bruselas-, debemos cargarnos de argumentos. Y eso es lo que voy a hacer

El ferrocarril Zaragoza-Teruel-Sagunto-Valencia es un reto de futuro. Pero, para afrontar el futuro, a veces es imprescindible volver la vista al pasado. Y no se trata de hacer un ejercicio de nostalgia, ni de resignación, ni de victimismo, sino de reafirmación en cuáles deben ser nuestros objetivos.

Hace nueve años, el día 4 de noviembre de 2009, el Ministro de Fomento presentaba aquí en Zaragoza, en el Palacio de Congresos de la Expo, en presencia de representantes de las siete Comunidades Autónomas concernidas, el Estudio Funcional del Corredor Ferroviario de Altas Prestaciones Cantábrico-Mediterráneo, donde se prometía mucho. De Todo eso nada, como tampoco hay nada del Estudio informativo. Línea de alta velocidad Teruel-Sagunto.

No recuerdo todo esto a modo de reproche. Sino para tener claro de dónde partimos y hacia dónde debemos avanzar. Desde ese lejano noviembre de 2009 se ha avanzado en el desarrollo del Corredor en su mitad norte, en las conexiones del País Vasco y la Comunidad Foral de Navarra. Sin embargo, en el tramo entre Zaragoza, Teruel y Valencia, nos hemos tenido que conformar, hasta ahora, con el mínimo, con el simple mantenimiento de la línea, una línea impropia del siglo XXI.

He reconocido siempre públicamente que la creación de la Comisión de Seguimiento del Plan Director Sagunto-Teruel-Zaragoza, que se ha reunido ya en tres ocasiones, fue un gran avance.

Igualmente, he reconocido que ADIF ha ido cumpliendo los compromisos que se recogen en el Plan Director, y que esas mejoras puntuales van mejorando paulatinamente las posibilidades de explotación de la línea. También es una gran noticia la que hemos conocido hoy: el nombramiento de un coordinador del Corredor Cantábrico-Mediterráneo.

Vamos dando pasos, sin duda. Pero con eso no es suficiente. Las obras previstas en el Plan Director no pueden ser nuestro objetivo final. No podemos conformarnos con la renovación de la línea actual. Reivindicamos una línea propia del siglo XXI. Una línea competitiva, de futuro, que esté al mismo nivel que el resto del Corredor Cantábrico-Mediterráneo, y, por supuesto, al mismo nivel que el Corredor Atlántico y el Corredor Mediterráneo.

Cualquier otra opción no nos vale. No podemos aceptar ser algo así como una carretera comarcal en mitad de una red de autopistas de última generación. Tenemos ahora un reto inmediato: conseguir la inclusión del tramo ferroviario Zaragoza-Teruel-Valencia del Cantábrico-Mediterráneo como corredor prioritario en el nuevo Reglamento del Mecanismo Conectar Europa, para que pueda recibir financiación europea en el nuevo período de programación, a partir de 2021.

Soy optimista. Estoy seguro de que lo conseguiremos. Pero, cuando lo hayamos conseguido, quedará todo por hacer. Tendremos que convencer al Ministerio de Fomento y a la Unión Europea de que no vale con la renovación de la línea actual, de que es necesario el Corredor de Altas Prestaciones que se planificó y presentó en Zaragoza en 2009. Y ahí estaremos para pelear nuestro futuro.

* Consejero de Vertebración del Territorio, Movilidad y Vivienda del Gobierno de Aragón.