El anuncio de la exposición de Eduardo Chicharro, Hijo, (Madrid, 1905-1964) en la galería Macoy de Zaragoza, durante la primera quincena de marzo de 1948, incluida en el ciclo Pintura Española Contemporánea organizado por la Delegación de Educación Popular con el patrocinio del gobernador civil de la provincia, suscitó muchas expectativas. Lo contó Ostilio en su crónica para el diario Amanecer: «Con cierta socarronería fueron nuestros artistas y aficionados a visitar la exposición, llevaban dentro mucha literatura demoledora del Postismo, pero he aquí que al entrar en las galerías tropiezan con el Retrato del marqués de Lozoya y empiezan a rendirse, comprendiendo que Chicharro Hijo, es un formidable pintor, que por algo representa, con Palencia, nuestra pintura joven internacional». Chicharro Hijo, «el postista sin postismo», lo calificó Ostilio, gustó también a los Hermanos Albareda, a quienes les sonaba su nombre como uno de «los tantos audaces que con una pluma suelta trataban de erigirse en jefes de una de esas múltiples sectas artísticas que suelen encubrir la ignorancia más absoluta», pero que después de ver la exposición quedaron maravillados por su formación académica.

El 15 de marzo, Chicharro impartió la conferencia Ideas sobre Estética y Pintura Moderna en el Ateneo de Zaragoza cuyo contenido, según leemos en prensa, lo resumió el propio autor en su artículo El artista también opina. Algo sobre pintura publicado por el semanario La Hora, en la edición del 19 de marzo. Quiso abordar Chicharro el asunto de la supuesta desorientación que afectaba a la pintura, una idea que, en su opinión, procedía del público, de un gran número de profesionales del pincel ajenos a las nuevas inquietudes, y de un numeroso grupo de plásticos preocupados en exclusiva por la tradición académica. Frente a todos ellos, quiso destacar la existencia de unos cuantos pintores internacionales que, dotados de genio creador y enorme personalidad, habían logrado encontrar una fórmula nueva.

Necesidad de empezar de nuevo

A Félix Ayala, escritor y delegado provincial de la Subsecretaría de Educación Popular, dependiente del Ministerio de Educación Nacional, organizador y coordinador del ciclo Pintura Española Contemporánea, le interesaba la conjugación de poesía y pintura propuesta por el Postismo, movimiento fundado por Eduardo Chicharro Briones -Chicharro Hijo, o Chebé- junto a Carlos Edmundo de Ory y Silvano Sernesi cuya presentación tuvo lugar en el café Castilla de Madrid, la noche de Reyes de 1945.

De Ory.

En enero publicaron el único número de la revista Postismo, y en abril el de La Cerbatana. Como recordaría De Ory, Postismo apareció en la «España inferior que ora y bosteza, y en tan santa ora incurrió en el pecado mortal de la libre imaginación» [...] «Verdad que muchos se acercaron al bello monstruo con besos y caricias. Los más se le echaban encima a cuchillazo limpio, y les escupían. Estos odian el ismo heredado de los grandes ismos europeos. No aceptan extranjerías revolucionarias en el solar patrio. Y menos aún en el momento triunfante de una pax hispana». En su primera manifiesto dejaron clara su ascendencia: «Somos hijos adulterinos y rebeldes de Max Ernst, de Perico de los Palotes y de Tal y de Cual y de mucho semen que anda por ahí perdido, aunque ya desecado y pulverizado en mónadas ingrávidas, pero levantiscas...». Así hablaron y la censura les mandó callar. Cirlot les brindó una cita de Alexander Block: ¡Qué la noche sea! Nosotros llegaremos.

En abril de 1948, Ángel Crespo organizó en colaboración con De Ory, la colectiva 16 artistas de hoy en la galería Buchholz de Madrid, patrocinada por La Hora. El propósito, señaló Crespo, crítico del semanario, era difundir el trabajo experimental del movimiento estético-literario cuya única certeza era la necesidad urgente de «empezar de nuevo», de hacer borrón y cuenta nueva. Siete días después de la clausura de la exposición en Buchholz, la galería Macoy de Zaragoza presentó la Exposición de Pintura Moderna y Post-ismo, a iniciativa de Chicharro Hijo, y avalada por Félix Ayala, para clausurar el ciclo Pintura Española Contemporánea. Chicharro no quiso incorporar, como en la de Madrid, a «ningún figurón de las Bellas Artes», en alusión a Vázquez Díaz a quien tanto apreciaba Crespo, y por diferentes motivos no pudo contar con obras de Palencia, Zabaleta, Miró, Palazuelo, Goeritz o Ciruelos... La exposición, explicó en el catálogo, no era post-ista en su totalidad. Postistas eran algunas obras de: Nanda Papiri, De Ory, el niño Tony (su hijo) y él mismo. Seguían el post-ismo (con guion): San José, Luis Lasa, Francisco Loredo; y los demás se aproximaban a una idea post-ista: Castelo, Gregorio del Olmo, la niña Lilla (su hija) y Castelló. De los presentes, el único surrealista puro era José Caballero.

Nanda Papiri, ‘Sin título’.

Cada cual da su nota

El texto de Chicharro Hijo, incluido en el catálogo de la exposición y la carta que envió a la prensa aragonesa, son documentos importantes para comprender la estética postista y aproximarnos a la situación general de las artes plásticas del momento. En el catálogo pide que no se juzgue a la ligera las varias facetas del arte moderno español en las que se mueven los artistas seleccionados, ninguno de los cuales copia o sigue escuelas extranjeras a través de revistas de arte: «cada cual da su nota, muy española, sin dejar de ser muy universal». Una declaración que complacería y, sin duda, convenció al delegado Ayala para incluir el proyecto de Chicharro en el ciclo mencionado.

Respecto a la carta a los aragoneses, Chicharro lamentaba no haber podido viajar a Zaragoza por motivos de salud. Tras alabar la tarea encomiable de Félix Ayala, se hizo eco de la inquietud de los círculos intelectuales zaragozanos que volvían a demostrar que la circulación del arte nuevo no iba solo de la capital a la periferia. Sabía de la existencia en Zaragoza de «un grupo de jóvenes avanzados» -en referencia al grupo Pórtico- a quienes no conocía. E insistía en la consigna que Ayala haría suya: «de lo nuevo, exclusivamente lo personal, de lo personal solo aquello sustentado por una pureza de intenciones o una autenticidad técnica».

Siguiendo el modelo de entrevistas de La Hora sobre la opinión que merecía la exposición de Buchholz, el diario Amanecer de Zaragoza hizo lo propio en dos reportajes firmados por Francisco V. Montalbán. La pregunta era simple: ¿Qué es el Postismo? «Estamos demasiado civilizados para comprender el Postismo» (Mariano Gratal). «Nada, de nada. Aquí no hay nada que decir» (José Galiay). «En general se ve una tendencia que no ha cuajado. ¡Ya veremos qué sale de todo esto...!» (Emilio Alfaro). «Lo más extremista que ha pasado por Zaragoza» (Armando Ruiz). «A mí no me gusta opinar, sino devorar lo nuevo», declaró Félix Ayala.

En junio de 1948, Ostilio reflexionaba en Ondas de Arte: «El postismo, escandaloso en Madrid y abroncador en Zaragoza, no cuenta ya para nada en el Arte, y lo que se ha hecho en Zaragoza es sacar las cosas de quicio sin explicar nadie nada».