¡Necesito un exorcismo! Sí, y de los buenos. De los que hacía el padre Damien Karras en El exorcista. Bueno, lo cierto es que no estoy seguro de lo que campa a sus anchas por mi cuerpo sea un demonio; más bien me inclino por un espíritu enloquecido y tremendamente perturbador. Un agitado espíritu musical, para más datos. Así que tal vez en lugar de ser rociado con agua bendita necesite un cóctel de tranquilizantes. Consultaré a los expertos.

Y se preguntarán ustedes dónde he pillado tamaño dengue. Pues verán: todo ocurrió el domingo por la tarde, en el Centro Cívico Delicias, durante la actuación de Ifriqiyya Electrique, grupo que lleva al escenario el ritual Banga, originario de la región semidesértica de Djerid, en el suroeste de Túnez. Una ceremonia de trance en la que, al contrario que en el exorcismo, se busca es que los espíritus te penetren. Un adorcismo, o sea (no sé si el vocablo está aceptado por la RAE), concepto elaborado por Luc de Heusch en su estudio sobre la antropología de la enfermedad.

Adorcismo, pues, es lo que sufrimos, es un decir, los espectadores el domingo. En escena, Yahia Chouchen (voz y carcabas), Fatma Chebbi (voz y carcabas), Gianna Greco (bajo eléctrico) y François R. Cambuzat (guitarra eléctrica, programaciones y sampleos). Faltó a la cita por enfermedad Tarek Sultan, quinto miembro de la banda. Greo y Cambuzat (las biografías francesas dicen de este francés, creador de varios grupos y colaborador de Lydia Lunch, que es experto en músicas extremas), buscando nuevas experiencias para sus radicales propuestas sonoras dieron con el mencionado Banga, asumieron la posesión y decidieron que todos disfrutásemos del trance. Mas para dar más brío al ritual tunecino añadieron a las voces y percusiones originales tremendos arrebatos de rock (punk, post-punk, vanguardia…) y aderezos electrónicos. El resultado es una atmósfera musical brutal, sin tregua, armada con un volumen notable, en la que penetras o sales huyendo como alma que lleva el diablo, y disculpen ustedes la certera frase hecha.

Si el sueño de razón produce monstruos, como bien nos advirtió el visionario Goya, el sueño del desierto produce agitadores encuentros musicales. Ahí tienen a Ifriqiyya y a Group Doueh & Cheveu, por ejemplo, combo de músicos franceses (¡estos galos!) y saharauis. Por cierto, si tienen interés en este adorcismo, sepan que Ifriqiyya Electric tiene publicados los discos Rûwâhîne y Laylet el Booree, ambos editados por Glitterbeat. La traducción del título del segundo de ellos es La noche de la locura. Locos de música salimos de Delicias. Así, que lo dicho: ¡Que venga el padre Karras!