La experiencia en la librería-galería Libros de Zaragoza, entre 1939 y 1945, animó a Tomás Seral y Casas (Zaragoza, 1908-Madrid, 1975) a trasladarse a Madrid con el propósito decidido de no sucumbir a la monotonía y cerrazón del ambiente local. Como en él era habitual, las gestiones fueron rápidas y en marzo de 1945 abrió en la calle Arenal, nº 18, Clan: «ese maravilloso invento que, además de librería y galería de arte, fue refugio para algunos jóvenes de entonces a quienes el franquismo, sencillamente, les repugnaba. Algunos de aquellos jóvenes figuran hoy entre los más destacados poetas, novelistas, pintores, cineastas... de las nuevas generaciones españolas», recordó Emilio Sanz de Soto, colaborador cómplice y miembro del grupo de Clan. La memoria del amigo permite situarnos en el ambiente de la época, pues cuando Seral llegó a Madrid se encontró con la inercia y pasividad oficial en materia de cultura y artes plásticas, además de con una exigua red de galerías, a las que muy pronto se uniría la potente Buchholz de capital nazi. Para su presentación pública en la capital, Seral organizó dos exposiciones colectivas en las que supo conjugar obras de jóvenes valores y de artistas de los años treinta, con quienes se sentía muy unido. Y encargó a Luis Medina Castellanos la pintura de un mural sobre la puerta de acceso a la galería, lamentablemente perdido. Tras las colectivas, siguieron las individuales de Álvaro Delgado, Gómez Cano, Sabine Hettner, y de los aragoneses Manuel Corrales y Baqué Ximénez.

Sin hacer ruido, Tomás Seral y Gloria Aranda, su esposa, idearon la programación de las siguientes temporadas. Imposible citar todos los nombres, destacar en todo caso los de Goeritz, Palencia, Ferrant, Pelegrín, Francisco San José, Vicente Escudero, Nicolas Muller, Aurelio Suárez, Rodríguez Luna, María Paz Jiménez, Haroldo Donoso o del croata Zdravko Ducmelic, que denunció con sus obras las condiciones de los refugiados. Y dos importantes colectivas: la que reunió dibujos de Rodin, Cocteau y Nieva; y la muestra de dibujos italianos contemporáneos, eco de la que se había celebrado en el Museo de Arte Moderno.

De Madrid a París y vuelta

A partir de 1947, Seral y Casas atendió a la actividad editorial sin descuidar la programación artística de la galería. Aquel año apareció la colección El lagarto al sol, en la que publicó: Cuentos de fin de año, de Ramón (1947), ilustrados por Eduardo Vicente; La llaga, de Marcial Suárez (1948), con dibujos de Molina Sánchez; Las palmeras al sol, de Mingote (1949), que ilustró Goñi; y El hombre que murió de un discurso, de José S. Serna (1951), con dibujos de Francisco Mateos. En 1948 -a iniciativa de Goeritz, Ferrant y Palencia-, Clan editó los tres primeros cuadernos de la colección Artistas Nuevos; los cuatro siguientes los publicó Palma en 1949, año en que Seral recuperó la colección que dirigió en exclusiva hasta 1954. Quiso empezar la nueva etapa con el cuaderno Muerte española, elegía a Federico Comps fusilado al poco de estallar la guerra civil por los rebeldes. Nunca superó Seral la soledad, el miedo y la pena. «¡Qué noche de presagios, de certezas de ausencia y de morder almohadas por no poder asirte!...».

Dibujo de Antonio Saura. Preparatorio para el montaje de la exposición Arte Fantástico en Clan.

En diciembre de 1948 apareció el nº 0 de la revista Punto. Revista Literaria y Artística, boletín interno de Clan, del que salieron dos entregas más. En octubre de 1949, y hasta septiembre de 1951, Seral dirigió la revista mensual Índice de las Artes y Letras. Y decidió retomar la colección Cuadernos de poesía, iniciada en Zaragoza en 1935, con nuevos títulos que fueron apareciendo a lo largo de 1949: Elegía sumeria, de Cirlot; Poemas (El existir medita su corriente), de Juan Gil-Albert; Violento idílico, de Miguel Labordeta; y Antología, de Pierre Reverdy.

El entusiasmo de Tomás Seral y de Gloria Aranda deparó otra sorpresa, que llegó el 15 de noviembre de 1950, cuando Clan abrió nuevo local en la calle Espoz y Mina, nº 15, decorado por sus amigos, los arquitectos aragoneses Alfonso Buñuel y Juan Pérez Páramo. Cada mes se sucedían las exposiciones de artistas tan destacados como Caballero, Millares, Lecoultre, Picasso, Salvador Aulestia, Saura, Nieva, Matisse, Jean le Febure, Gregorio Prieto..., y colectivas con obras de Miró, Chagall, Klee, Rodríguez Luna, Torres García, Llorens Artigas, y la ya famosa Arte fantástico, a cargo de Saura con obras en su mayoría de Clan, celebrada en marzo de 1953. Paul Bowles visitó la galería con motivo de la inauguración de El Yacoubi, en noviembre de 1952.

Las cosas no podían ir mejor, pero Seral inconformista siempre aspiró a más y fijó su horizonte en París, adonde se trasladó en febrero de 1954 dejando la dirección de Clan a Juan Antonio Llardent. El 15 de junio de 1955 inauguró la colectiva Exposition d’éventails décorés par de jeunes peintres a la que siguieron dibujos de Millares, dibujos de artistas españoles (Claudio Coello, Caballero, Cuixart, Dalí, Fortuny, Miró, Millares, Nieva, Picasso, Ponç, Saura, Tàpies...), y la individual de Bizcarrondo, en marzo de 1956, que dio por concluida la aventura parisina. Como escribió Nieva, «En verdad, ¿desde cuándo se nos había hecho creer que París era de todos? Desde tiempo inmemorial. [...] París tenía el encanto de abrir de par en par la puerta de su gran salón y, ya dentro, decía al inexperto recién llegado: demerdez vous».

Al poco de su regreso a Madrid, Seral se hizo cargo de la librería Fernando Fe (Puerta del Sol, nº 14) y, a partir de 1958, también de la galería habilitada en el piso superior que desde 1954 funcionaba con el nombre de Artistas de Hoy, bajo la dirección de Manuel Conde y María Lola Romero. La galería pasó a denominarse Sala Seral, aunque no hubo ruptura en la programación abierta siempre a artistas, conocidos o no, cuyo trabajo suscitara el interés de Seral. Hasta marzo de 1962 expusieron sus obras Quirós, Nadia Werba, Antonio Lorenzo, Modesto Ciruelos, Jean de Gavardie, Mignoni, Jardiel, Amalia Avia, Antonia Mir, Luz de Alvear, Aurelio Suárez, Menéndez Soriano, Orcajo..., organizó la colectiva de pintura inglesa contemporánea, en 1961, que incluyó a Moore, Nicholson o P. Nash, entre otros artistas; y celebró las primeras individuales de los jóvenes artistas Juan Giralt y Juan Navarro Baldeweg.

En el año 1962, Seral se refugió en la librería Cairel (Paseo del Prado, nº 14). Nunca dejó de escribir aunque sí de publicar. La desesperanza y el fracaso fueron los únicos temas de sus poemas inéditos. «Estoy tan sumergido en prosa -hasta los / dientes- / que en nada se parece lo que hablo a lo / que siento. / Mi frustración latente es, y ahí queda / reflejada y estúpida».