No olvidaremos fácilmente esta palabra: Coronavirus. Estamos viviendo una situación única, sin precedentes como país, continente e incluso planeta, que nos está poniendo a prueba en todos los sentidos y a todos los niveles: A nivel social, familiar, y por supuesto, personal. La gestión de la crisis provocada por el coronavirus habla de todos nosotros.... de nuestros políticos, de nuestras familias, nuestros amigos y por supuesto de nosotros mismos. No se salva nadie.

Yo lo llamo el Virus de la Incertidumbre, y me resulta fascinante que algo tan y tan microscópicamente pequeño haya detenido- literalmente - el mundo.

El coronavirus, por tanto, apela a la humildad, como diciendo, “has ido a la luna, humano, pero yo cierro fronteras, museos y colegios”....

Apela a la incertidumbre y falta absoluta de control, como diciendo, “ ¿mañana? Cualquier cosa puede pasar mañana, ¿no te das cuenta?... porque la realidad de mañana no existe, solo existe lo que conoces ahora.... Hoy tengo tres mil contagiados... ¿y mañana? Ay, mañana... pueden ser cinco mil o siete mil... “

El coronavirus nos invita a la hiperconsciencia del cuidado... diciéndote “eh, humano, cuídate... vigila tus síntomas, atento a cómo te sientes, pon atención también a lo que tocas, lávate las manos y no te prodigues demasiado en eventos sociales....” porque es que el coronavirus nos invita a la introspección y al retiro.... a bajar el ritmo de la rutina diaria, de lo cotidiano.... a estarse en casa, en silencio o Netflix mediante, da igual... leyendo o estudiando, pero en casa. Bajo techo, en introspección.

El coronavirus, activa la Empatía, porque cuidándote a ti, estás frenando su propagación y estás cuidando a otros.

Por si fuera poco todo lo anterior, el coronavirus apela a la Paciencia. “Si, me acabaré yendo, por supuesto... y me olvidarás por completo. Olvidarás todo esto que te he traído, y eso me permitirá volver en algún otro momento de la historia. Podrás pasar página, humano, pero mientras tanto, yo habré servido para entrenar tu paciencia y tu capacidad de espera”. Ya que eso es lo que toca, esperar a que la “tormenta vírica”, pase.

Y es así cómo el virus de la incertidumbre se convierte en el virus del retiro. Te retira del mundo, de los contacto innecesarios, de los eventos multitudinarios, te lleva dentro. Contigo. El coronavirus es por tanto, y también, el virus de la Aceptación, y por tanto, de la Adaptación a lo que es. Y con esto nos está poniendo a prueba a todos, porque como humanos, lo de aceptar nos cuesta. Hablo de Aceptar las cosas cómo son en el momento en el que son. ¿Podrían ser distintas? Seguro. ¿Son distintas? No. Son cómo son. Así que eso nos recuerda este bicho microscópico:

Acepta. Para. Espera. Mira dentro. Búscate. Encuéntrate. Adáptate.

Y a ser posible, no olvides todo lo anterior.