El pasado jueves, en esta misma sección, publicábamos que este verano la pequeña localidad zaragozana de Alforque se había visto sorprendida por la inesperada visita de una componente de la troupe de Beyoncétroupe. Se trataba de una violinista de 32 años, natural de San Diego, que había sentido el impulso de conocer el origen de su apellido. Crystal Alforque aprovechó que la gira de una de las grandes divas de la música estadounidense pasaba por Barcelona el 11 de julio para, la víspera, alquilar un coche y trasladarse desde la ciudad condal hasta la ribera baja del Ebro. Allí departió con los vecinos, hizo muchas fotografías, se marcó unos bailes y se volvió por donde había venido a bordo de un descapotable.

Una cabriola del destino propia de convertirse en una nueva ley de la probabilidad ha querido que este pasado fin de semana se presentara en esta pequeña localidad un sacerdote procedente de Manila. Su nombre de pila es Benjamín. Seguro que el lector habrá ya adivinado su apellido: ¡Alforque! Se trata de un cura filipino que ha viajado estos días a España en compañía de su hermana María Divida (residente habitualmente en Estados Unidos) y dos amigas de esta. El motivo se explica en tres palabras: La fuerza del apellido.

Veamos:

Al contrario que el de Crystal, que no quiso sino satisfacer su curiosidad en un pispás, el caso de Benjamín es mucho más profundo. Hace ya seis años que viajó a Alforque aprovechando que había sido invitado a unas jornadas de trabajo de la Iglesia católica en el Escorial. Se tomó unas horas descanso para desplazarse desde Madrid y conocer en persona el pueblo del que procedía su apellido. Entonces ya entabló amistad con algunos vecinos del pueblo, especialmente con la familia Esteruelas, la misma que en el reportaje de Crystal decíamos que si Alforque fuera una mesa, los Esteruelas serían una pata. Probablemente dos. Todo un ejemplo de hospitalidad, generosidad y cariño.

Desde entonces Benjamín ha mantenido el contacto desde Manila, donde es artífice principal de importantes iniciativas sociales con los más desfavorecidos, y ha querido que en esta ocasión también su hermana pisara la tierra de… ¿sus antepasados? Quizá sí.

Benjamín, el domingo en Alforque.

Hasta ahora se daba por válida la teoría de que el sacerdote español nacido en Alforque José María Salinas viajó como misionero a Filipinas en los años 20 del siglo XIX y, fruto de su evangelización y del bautizo de nativos, fue el artífice de la creación de una serie de árboles genealógicos cuyo tronco principal durante casi 200 años ha sido el topónimo Alforque. Si embargo, este viaje de Benjamín ha servido para aportar más datos. Él lleva desde los años 70 estudiando y recopilando detalles de su apellido, así que ahora mismo es una autoridad en este asunto.

Está confirmado que el cura Salinas estuvo de misionero en Filipinas, donde murió en 1829. "Sí, pero él ejerció su labor muy al norte del país, lejos de la isla de Cebú, que es donde se concentra la gente que se llama Alforque en Filipinas. No parece que Salinas pisara esta parte del país. Que hubiera un cura de Alforque en Filipinas en el XIX y que haya muchos filipinos que lleven ese apellido es, aunque parezca mentira, una casualidad". Solo queda, pues, preguntar a Benjamín por su hipótesis personal. Algo que aclare lo que parece un embrollo. "En aquella época los nativos que eran bautizados quedaban bajo la tutela de un padrino. Más o menos a su cargo. Y era muy frecuente que fueran soldados españoles los que tomaran ese papel de padrinos (recordemos aquí que Filipinas fue española hasta 1898). Así que debieron ser ellos, los soldados, uno o quizá más, los que propagaron el nombre de Alforque".

Benjamín, su hermana y dos amigas, junto a un vecino, el domingo, junto al Ebro.

La pregunta ahora es si alguno de ellos se llamaba Alforque de apellido. Esta es la respuesta de Benjamín: "Creo que no. En Córdoba se guardan unos archivos con los nombres de los tripulantes y soldados españoles que estuvieron destinados en Filipinas. Ninguno se llama así. Pero creo que alguno de ellos sí era de aquí (en el momento de pronunciar estas palabras, el sacerdote filipino está junto a su hermana en el campanario del pueblo) y por amor a su tierra, nostalgia o cualquier otro motivo quiso en su papel de padrino ponerle a su ahijado o ahijados el apellido Alforque".

Benjamín habla con pausa, por momentos, con mucha emoción. No deja de ofrecer datos ("Alforque viene del árabe; se podría traducir como encrucijada", aporta), contar anécdotas y de mostrar su agradecimiento a la gente del pueblo que tanto cariño le da. Se esfuerza en hacer ver a todos lo importante que es para él pisar esta tierra. La siente suya. Tanto, que ya está planeando un tercer viaje. Esta vez con primos y primas. Todos, claro, de apellido Alforque. "Siento que se trata de mi identidad", dice.

Antes de la despedida, otro detalle. ¿A que no saben cómo se apellida la representante de la ciudad de Cebú en el concurso de belleza Miss Philippines Earth 2018? Han acertado: ¡Alforque!. Se llama Marla Alforque y quedó entre las cinco finalistas. Pero, claro, esa... ya es otra historia.