La subida salarial mínima por convenio a 1.000 euros mensuales acordada por los sindicatos y la patronal el pasado mes de julio ha sido recibida con los brazos abiertos por las camareras de piso de los hoteles, un sector donde la precariedad ha crecido a marchas forzadas en los últimos años debido sobre todo al aumento de la subcontratación. Gloria Distéfano lo sabe bien. Esta paraguaya de 44 años lleva once años limpiando habitaciones de hotel en Zaragoza y subraya que su sector va a ser uno de los más beneficiados por el pacto nacional.

«Tengo compañeras que cobran entre 650 y 700 euros al mes por jornadas completas de ocho horas», lamenta Distéfano, que vino a Zaragoza hace doce años en busca de una vida mejor. La paraguaya sabe que aún tiene que sentirse afortunada porque cobra mil euros netos al mes. «Al estar contratada directamente por el grupo hotelero nuestras condiciones son mejores, aunque ahí están incluidas todas las pagas y las horas extraordinarias», explica.

En este sentido, lamenta que el incremento de la precariedad ha llegado de la mano de las subcontratas. Hace ya años que las empresas comenzaron a externalizar estos servicios, lo que provocó una caída generalizada de las condiciones laborales y de los sueldos. «El acuerdo es muy importante porque si se incluye en los convenios debería obligar a las subcontratas a cumplir la ley y subir los salarios», apunta Distéfano. Con todo, el sindicato CCOO advierte a este respecto que la actuación de la Inspección de Trabajo será fundamental para controlar que se cumple.

«Las condiciones son tan malas que la gente no dura mucho en este trabajo; hay muchísima rotación», comenta Distéfano, que subraya que el sector ya empezó a precarizarse poco después del inicio de la crisis: «Los salarios han ido bajando poco a poco; yo antes cobraba 1.200 euros y ahora llego justo a los 1.000».

De hecho, esta trabajadora, que tiene dos hijos de 24 y 22 años viviendo en Paraguay, ya está pensando en formarse para optar a otros puestos. No le será difícil porque antes de llegar a España trabajaba en una entidad bancaria como «oficial de cuentas»: «Como no he parado de trabajar desde que llegué tampoco he tenido tiempo para apuntarme a cursos, pero ahora lo voy a hacer porque este trabajo me está matando». No en vano, sufre el síndrome del tunel carpiano y problemas en la espalda. «Limpiar cada día 18 habitaciones es demasiado duro como para no cobrar ni 700 euros al mes», concluye.