Charly Gaul fue uno de los grandes escaladores de la historia del ciclismo. El luxemburgués ganó el Tour de Francia de 1958 junto a dos Giros y rivalizó en los puertos franceses con Federico Martín Bahamontes. A Gaul se le conocía como el ángel de las montañas. Como esta leyenda del ciclismo Clara Playán es una escaladora consumada. Cuanto más dura y más larga es la cuesta, mejor se desenvuelve la deportista zaragozana de 25 años.

Playán destaca por sus magníficas actuaciones en las pruebas de largo asfalto con el Stadium Casablanca de atletismo y, de manera paralela, en los últimos años ha llegado su flechazo con la bicicleta. Ahora es la mejor ciclista aragonesa del depauperado panorama regional donde son escasas las mujeres que destacan en competición.

Uno de los sueños de Clara Playán era conocer los legendarios puertos franceses. Y hace pocos días cumplió sus deseos corriendo la clásica cicloturista de la Marmotte, en los Alpes franceses. Esta ciclista con cara de ángel voló por las pendientes del Galibier, un ascenso interminable de 59 kilómetros y 2.200 metros de desnivel que lleva a los ciclistas hasta los 2.642 metros de altitud.

La clásica comienza subiendo el col du Glandon (1.924 metros) y acaba en L’Alpe d’Huez.

Este año ha ganado las cicloturistas de Cella y la de Gúdar y también disputó la Quebrantahuesos. «La he corrido los tres últimos años. En mi debut hice un buen tiempo y acabé en seis horas 38 minutos. Esta edición quería estar en seis horas y diez minutos, pero terminé en 6.37. Tuve mal el estómago del esfuerzo y el calor al pie del Portalé. Iba la primera mujer y me pasaron cuatro». Este año ha ganado el Campeonato de España de las 12 horas por relevos junto a José Manuel García, su pareja, en Almería y el domingo ganaron el Nacional de ultrafondo sobre 24 kilómetros en el circuito Ricardo Tormo de Cheste.

DESCONTROL

Antes de este título decidió irse con su pareja a los Alpes. «Así nos reventábamos un poquito más», indica con ironía la ciclista. Primero disputó la cronoescalada de L’Alpe d’Huez, donde terminó la tercera. «Salimos todos a la vez. Como estaba el tráfico abierto era un poco descontrol. Teníamos que tener cuidado de que los camiones no se nos llevaran y el tráfico no lo podían cortar». Para Playán era un puerto perfecto de dureza. «Son diez kilómetros al ocho por ciento de media. ¡Ya podían ser todos así!», explica.

Partieron en la Marmotte más de 8.000 ciclistas en Bourg d’Oisans. «Se sale por cajones cada media hora y se reparte a la gente para que no sea tan caótico. Salí a las siete y media y estarían en mi grupo 3.000 ciclistas». A Playán le gustó más que la Quebrantahuesos. «La salida tiene menos aglomeraciones, se comienza subiendo. La organización es similar en ambas cicloturistas, aunque es más conocida la Marmotte porque se suben puertos míticos. A mí me gusta mucho más la carrera alpina, los puertos son más duros y la Quebrantahuesos la veo demasiado masificada», dice.

Los últimos kilómetros de la Quebrantahuesos son en descenso, sin embargo, en la Marmotte se termina en la pared de L’Alpe d’Huez. «En el último puerto la gente estaba acalambrada y subiendo a rastras. Había muchos ciclistas en la cuneta». Playán terminó la quinta en la clasificación general y la segunda de su grupo de edad. Tuvo mala suerte porque pinchó al inició del último puerto. «Llegó mi pareja, me dejó su rueda, pero perdería quince minutos. No iba mal, pero al pinchar, no lo hice con las mismas ganas. Pero subí de un tirón».

Lo más duro es el ascenso al Galibier. «Se nota la presión de la altura. Los últimos kilómetros se hacen interminables y el paisaje es una pasada». Playán es celiaca y tuvo problemas en los avituallamientos. «No lo tienen en cuenta tanto como en la Quebrantahuesos. Sabía que en los avituallamientos apenas podría comer. Allí gastas mucho y hay que comer y beber. En casa nos hicimos sandwichs de jamón y queso, nocilla, barritas energéticas y geles. Bebía agua y sales», explica. Terminó en siete horas y media.

ESCASO NIVEL

Hace dos años fichó por el equipo semiprofesional vasco del Bizkaia-Durango y el año pasado estuvo en el Catema de Girona. «Tuve muchas caídas, no estaba muy motivada y esta temporada he ido por libre». En Aragón hay cada vez más chicas que hacen cicloturismo. «Pero a nivel de competir en pruebas de élite apenas hay chicas. Está el Ecotisa con alguna cadete. Pero fuera hay cada vez más nivel. Si empiezas de cero, te pasan por encima», explica Playán, que compatibiliza perfectamente su trabajo en el Hospital Royo Villanova con el deporte.