Cristo Santos y Carlos Martínez, dos guardias civiles destinados en Binéfar, salieron hace tres años de las escuelas que el instituto armado tiene en Baeza y Valdemoro. Allí, entre otras enseñanzas, fueron formados para realizar la reanimación cardiopulmonar, conocida como RCP. Un aprendizaje que el pasado lunes pusieron en práctica con un resultado positivo, ya que salvaron la vida al empleado de una empresa al que le había dado un infarto.

«Volvíamos de un servicio y cuando la sala del 062 nos dio aviso de la emergencia que había fuimos lo más rápido posible porque sabíamos que era cuestión de vida o muerte», señala Santos, quien no puede evitar reconocer que es una de las mayores satisfacciones en la vida como miembro de la Guardia Civil, si bien señala que «espera realizar muchos más auxilios».

Aunque han pasado varios días, Santos recuerda perfectamente los diez minutos de masaje cardíaco que realizó a ese hombre. «Paré en seco el coche a lado del hombre, hinqué las rodillas en el suelo y me puse a realizarle la RCP», destaca, a la vez que resalta la labor llevada a cabo por su compañero Carlos Martínez, ya que se realizaron turnos. «Es una maniobra en la que se emplea muchísima fuerza y tuvimos que ir cambiando», justifica. Este agente también ensalzó la rapidez con la que los compañeros de la víctima pidieron ayuda y los masajes que le hicieron para mantenerlo con vida. «Unos segundos antes de que viniera la ambulancia, vimos como la víctima recuperaba el pulso, aunque tenía dificultades para respirar, por lo que lo acomodamos de lado a la espera de la asistencia sanitaria», asevera.

Tanto Santos como Martínez esperan una pronta recuperación de este hombre para «tomar algo y darle un abrazo». No es la primera vez que esta pareja de agentes auxilia a una persona que se debate entre la vida y la muerte. Actuaron durante las fiestas patronales en honor de San Antolín, en Pueyo de Santa Cruz. Un hombre de 40 años había sido apuñalado en el estómago. Fue de tal gravedad la herida que durante la intervención quirúrgica que se le practicó a la víctima, durante más de 5 horas, se le extirparon 30 centímetros de intestino, estando afectados tres órganos.

Mientras practicaban esas labores de auxilio, otros compañeros suyos detenían al sospechoso, Cristian V. C. negó los hechos y aseguró que «hubo otras peleas en la zona» en la que se produjeron los hechos. Este joven fue enviado a prisión provisional por tentativa de homicidio. Según publicó en su día este periódico, la agresión se produjo después de que la víctima vetara al sospechoso la entrada a la peña en la que se encontraba. El arma pudo ser intervenida.