No está bien visto negociar con las almas en el bar Multiverso de Zaragoza. Así se lo hace saber su dueño a los jugadores de una partida al Nocte, un juego que mezcla rol, pesadillas, conjuros y todo tipo de perversidades. Casi todo vale menos especular con la esencia de cada uno. Que aunque se aproxime la noche de Halloween existen cosas que son sagradas.

«El terror siempre ha sido uno de mis géneros favoritos», asegura uno de los socios del establecimiento, Daniel Rodríguez. Esta semana van a estar a tope con la temática. Habrá hasta maquillaje zombi, con mucha piel desgarrada y cerebros al aire. «Estos días viene mucha más gente a participar en nuestras actividades, es muy divertido y el año pasado se llenó el bar», recuerda.

Por el momento tienen previstas tres partidas de rol. Los temas auguran momentos de tensión entre unos personajes que se verán obligados a deambular por un sanatorio abandonado, un hospicio para niños abandonados y por un futuro posapocalíptico a lo Mad Max pero mucho más violento. «Pasarlo mal es una de las mejores formas de divertirse», reconoce.

Aunque no todo el mundo piensa igual. Eso dice Celia Castán, también socia del local, que estos días tendrá que lidiar con calaveras y miembros ensangrentados. «No entiendo esto, a mí me da mucho miedo», asegura.

Una de las reacciones más habituales ante los sustos son las risas nerviosas. O directamente la carcajada, como sucede entre el grupo de siete personas que participan en la partida. El planteamiento es inusual y cotidiano a partes iguales. Un grupo de amigos queda en una casa de Montecanal para disfrutar con una juego tipo Jumanji. Lo que no esperan es que esa osadía despertará algunos de los miedos más profundos de la humanidad. El delirio llega cuando pueden verse atacados por las cuchillas de Freddy Krueger o ser perseguidos por una morsa furiosa que ha sido mordida por un hombre lobo y al mismo tiempo poseía por un ser diabólico. Todo a la vez, ojo. Como para quedarse cerca.

Rodríguez es uno de los creadores del dislate. Como en todos los juegos de rol los participantes diseñan sus personajes al cuidado de un máster -en este caso Mariano Álvarez- que va explicando las situaciones. Los dados y el azar de extraer piezas de una jenga deciden cómo se resuelve las acciones que proponen sus participantes. «Pues ahora necesitamos un arma», indica una. «Vamos a bajar al sótano a investigar», dice otro. Todo está permitido en esta ficción. Bueno, todo menos negociar con el alma.

Tanto Castán como Rodríguez celebran que, en semanas como esta, la gente se lance a descubrir géneros como el terror. «Es una forma de perderle el miedo a la muerte, siempre se ha hecho», reflexionan. Desde la tradicional noche de almetas a las celebraciones más irreales y exageradas. «El problema es que ahora todo se comercializa, siempre prima el dinero», indica.

Zaragoza no es un lugar propicio para el terror. Sin embargo, Rodríguez la ve «extrañamente gris y plagada de semáforos», en algo que interpreta como una pesadilla kafkiana «en la que mil luces te dicen lo que tienes que hacer». Para uno de los jugadores, el dibujante Jalper Pinchamé, lo más terrorífico de la capital aragonesa es Arcosur. «Ahí están viviendo la muerte», bromea. Y para el también dibujante Santi Blasco los centros comerciales son lo más inquietante.

«Aunque tomarse la muerte a guasa es algo muy sano, la estética de Halloween tiene algo de ridículo», considera este último. En su opinión, el verdadero terror es algo marginal y con pocos seguidores. «Aluciné de pequeño con cosas como Historias de la cripta», explica.

En el Multiverso las referencias a la cultura popular se multiplican. En sus paredes se puede encontrar desde un mapa de la Tierra Media hasta carteles con el maestro Yoda. Y de fondo, para el desarrollo de la partida, fragmentos de la banda sonora de Saw. «La música viene muy bien», indica otra de las jugadoras al Nocte.

«El terror no es un género tan serio como parece, sobre todo porque facilita una catarsis que te hace descubrir que nuestra vida no es tan mala», matiza Rodríguez. Y además favorece una reflexión sobre los avances científicos o sobre nuestra relación con la inmensidad. Y termina con una recomendación cinéfila para estos días: Martyrs, una cinta francesa «salvaje que rompe moldes».