Redes sociales como Facebook, Instagram o Twitter también han marcado un antes y un después en la resolución de las desapariciones de personas. Como destaca el inspector Abel Ferro, jefe del Grupo de Desaparecidos de la Jefatura Superior de Policía de Aragón, sirven no solo para pedir colaboración ciudadana, sino que también constituyen una fuente de información en las investigaciones e, incluso, permiten resolver los casos. Muestra de ello es el final feliz de la desaparición, hace 21 años, de la zaragozana Dunia, cuando tenía tan solo 2 años. Su madre, Belén Tapia, nunca perdió la esperanza de encontrarla, a pesar de que las autoridades marroquís llegaron a presentar un certificado de muerte. Un 21 de agosto de este año, tal y como adelantó EL PERIÓDICO, Dunia escribió a Tapia por Facebook presentándose como su hija y ahora una prueba de ADN acaba de confirmar que lo es.

Una verificación que satisface, especialmente a los agentes que trabajan en el Grupo de Desaparecidos, puesto que «nunca damos por cerrado un asunto». Así lo asegura Ferro, quien destaca que «después de resolver un crimen, encontrar a un desaparecido es lo más satisfactorio». Ferro destaca el «importante» papel, en este caso Facebook, para la resolución de este caso. «Tapia ha sido siempre una madre coraje, siempre nos ha pedido que siguiéramos buscando, algo que no hemos dejado de hacer de la mano de Interpol, pero los resultados siempre eran negativos», asevera.

Recuerda perfectamente el día en el que Tapia se puso en contacto con ellos y les explicó que había mantenido varias conversaciones con una joven que aseguraba ser su hija. «Cuando nos lo dijo, no dudamos en hacer una vigilancia en la cafetería de Aragonia en la que ambas quedaron por primera vez», resalta, mientras incide en que en ese momento «no sabíamos qué intenciones podía tener, igual se quería aprovechar de la situación». No ha sido así, como ha demostrado la prueba de ADN, si bien Dunia fue imputada por un delito de falsedad. Llevaba en el momento del encuentro un documento de identidad belga, cuyas autoridades afirmaron que era falso.

Reconoce que pensaron en que había posibilidades de resolver este secuestro parental. La joven le había dado un detalle que pocos sabían: llevaría a la cita una pulsera de oro con una inscripción «ABD», la inicial de cada uno de los miembros de su familia, así como la fecha de nacimiento (30/8/1994). Un final feliz gracias a las redes sociales que se suma a otros esclarecidos por la Policía. El inspector Ferro recuerda cuando dieron con el paradero de dos gemelos que vivían en EEUU. «Se los llevó su padre hace 30 años y fue una satisfacción encontrarles y podérselo decir a su madre, que vive en Zaragoza», afirma.

No obstante, Ferro señala que en todas las búsquedas que realizan, cuando se trata de mayores de edad, la Policía «extrema los cuidados». «En muchas ocasiones les hemos encontrado, pero ellos querían seguir estando desaparecidos, así que solo podemos reconfortar a sus familias diciendo que están bien, nada más».