Otro año más al frente de la Ofrenda y ya van 32. Gonzalo Cuchi es el encargado de la coordinación de este evento, el acto central de las fiestas del Pilar y uno de los atractivos más grandes durante estos días. Con ilusión y preocupación, «como todos los años», se ha ido preparando durante estos días hasta hoy, en que estará desde bien pronto por la mañana hasta las 19.00 horas atento a que todo salga a pedir de boca.

«Hay muchas cosas que pueden salir mal, porque hay tantos detalles a tener en cuenta y tantas decisiones de última hora que es muy complicado», explica Cuchi. Eso sí, a pesar de que el factor del azar siempre pueda jugar en su contra, se muestra seguro de que, en su conjunto, la Ofrenda saldrá bien. «Siempre hay pequeñas cosas que pueden salir peor», advierte.

Con esas pequeñas cosas Cuchi se refiere a cuestiones como las esperas, los retrasos, la megafonía, «que más de una vez se ha estropeado», cuenta. «Nunca se sabe qué puede pasar, siempre te queda la duda hasta el final», añade.

La meteorología es también uno de los factores más determinantes. Todo puede cambiar si sale un día demasiado caluroso o si llueve, ya que hay mucha gente que decide ir a la Ofrenda o no dependiendo del tiempo que haga.

Según Cuchi, el secreto de todo está en la ilusión. Él mismo confiesa que piden a los que han de trabajar hoy en la organización de la Ofrenda «que no lo vean como un trabajo, sino que lo hagan con ilusión y compromiso, como un servicio a la ciudad en su día más importante». Eso sí, ayer por la noche tocaba reposar. «Estar todo el día es tremendo y agotador y hay que aguantar desde el punto de la mañana. Hay que resistir hasta el final, no queda más remedio, aunque no tiene precio», dice.

Hace ahora 20 años, y por iniciativa del gran Bigas Luna, la Ofrenda de flores cambió por completo. Hasta 1998, las flores se depositaban en la fachada principal de la basílica del Pilar, en vez de en la estructura en el centro que hoy en día contemplamos cada día 12 de octubre. «Fue uno de los puntos clave en estos 60 años de historia de la Ofrenda. Bigas Luna marcó y dejó huella, e hizo la Ofrenda más especial y espectacular si cabe. A partir de ese momento todo se complicó, pero no quedaba otra solución, porque era necesario darle más vistosidad al acto», dice Cuchi.

Aquel primer año hubo mucha expectación por parte de todos, ya que no se sabía cómo iba a funcionar el operativo. Todo cambiaba y se tornó más complejo elaborar el manto. «Recuerdo que tuvimos que pedir ayuda extra porque en un momento los jardineros no daban abasto», rememora.