Acaba de terminar una canción y, en un pequeño parón, se le acerca una señora de mediana edad, le agarra del brazo y le interprela directamente: «Ay, ¿pero qué haces cantando en la calle? ¡Vaya voz tienes!». Alba Barrós le sonríe y le da las gracias aunque en realidad ella sale a la calle por amor a la música: «Soy de vocación musical tardía ya que empecé a cantar como hace unos cinco años -arranca su explicación-. Yo me dedico a otra cosa pero fui conociendo gente y un mundo diferente y tuve la necesidad de expresar lo que llevaba dentro», asegura y, de ahí, a la «inquietud por compartir lo que hago» solo hay un paso que dio para salir a cantar.

«La calle es muy agradecida... al principio cuesta hacerlo pero una vez que sales, la acogida es buena y esa conexión con la gente que se para y aprecia lo que estás haciendo te da un chute de energía», dice la artista que tiene claro que eso es lo que le permite continuar: «Al cantar te expones mucho y no es porque lo haga yo, pero el que tiene la sensibilidad tanto de hacerlo como de recibirlo vive una experiencia muy impactante».

Desde que sale a cantar en la calle, de hecho, no ha tenido más que experiencias positivas: «Es que es muy satisfactorio cuando se hace un corrito alrededor o cuando te dicen que les gustas mucho cuando ya estás recogiendo el equipo. Eso reconforta mucho, ya no el tema económico sino el emocional. Tiene algo un poco terapéutico para gente como yo que no me dedico a esto, por eso cuando me dicen vamos a tocar a la calle, yo voy encantada».

¿Zaragoza cuida a sus artistas de calle? «La gente es muy generosa ya no por el tema económico, tienen un gran reconocimiento para una persona que da su arte. A veces no son las monedas que te dan sino la mirada cómplice que te echan cuando estás cantando», resalta Alba Barrós que suele salir a cantar con un guitarrista, Ignacio Delgado. «Respeto y algo de miedo escénico se tiene siempre en mayor o menor medida, yo al principio salía sola con el equipo y unas bases musicales, porque me saqué la licencia y dije ‘esto tengo que aprovecharlo porque las cosas pasan por una razón’. Y entonces sí que me sentía muy expuesta y al principio se hacía un poco duro. El primer ratito se hacía muy difícil pero luego venía gente y la cosa fluía. Pero ahora comparo salir sola a ir arropada y ya no me apetece bajarme sola, me gusta ir con gente».

Alba Barrós suele salir un par de horas cuando lo hace y elige cuidadosamente los horarios: «Me gusta bajar a la hora del vermú y si es verano lo hago a partir de las 20 horas o así hasta las 22. En invierno, eso sí, bajo un poco antes porque igual hay más gente de ocio diurno, que pasea por la tarde». En esas aproximadamente dos horas, los paseantes pueden escuchar una selección musical muy variada: «Hago un poco una mezcla de todo, yo creo que a la persona que le gusta cantar, le da igual el palo si son buenas las canciones. Canto rock, soul, ranchera o un bolero, es muy variado lo que hago aunque siempre un poco a mi estilo, te puedo cantar Radiohead, Arethta Franklin, algún bolero, alguna de Julieta Venegas… Voy cambiando, a veces para empezar me da suerte una y la uso para empezar una temporada pero yo me adapto un poco a la energía que veo o al público que lo recibe. Me gusta también cantar canciones, por ejemplo, de Mecano, canciones que todo el mundo conoce y remueve recuerdos. Piensa en mí, de Luz Casal, ¿quién no la conoce? ¿A quién no le recuerda algo? Me gusta provocar eso».

LA ENERGÍA DEL TÚ A TÚ

Zaragoza está creciendo mucho a nivel de actuaciones callejeras a semejanza de otras grandes ciudades: «Aquí cada vez somos más, tiene muy buena acogida y la gente es muy receptiva. Yo se lo recomiendo a todo el mundo. Entre nosotros somos muy respetuosos, si hemos estado un ratito y viene otro pues le dejamos para no quemar la zona», recalca Alba Barrós, que no ha tenido ningún problema desde que sale a cantar: «Si cumples las normas, aunque vengan, te pueden decir que te cambies de sitio pero tú estás pagando por hacer eso, estás trabajando y si haces las cosas bien… Es verdad que a veces es difícil medir el volumen porque se tiene que oír pero no molestar y depende la acústica del lugar se dispersa mucho el sonido», comenta antes de concluir: «El tú a tú de la calle, que la gente te mire a los ojos te da mucha más energía que cualquier escenario». Lo dice con conocimiento ya que ella misma tiene un grupo, Soul & Pepper, con el que actúa en diferentes salas y recintos.