Paco Berna es la gran institución del balonmano en el colegio de Corazonistas tras la reciente desaparición de Alfonso Mateo. Lleva nada menos que setenta años vinculado con el centro escolar zaragozano. «Comencé a jugar a balonmano en 1949 y tenia nueve años. Gané tres Campeonatos de España», explica orgulloso. Berna tiene tanta vitalidad y tantas ganas como uno de los niños que dirigía en un partidillo junto a Pablo Hernández, una de las leyendas del balonmano en el colegio del Paseo de la Mina.

Es miércoles y quedan pocos minutos para que termine la tercera de las cinco jornadas del Campus de Iniciación de Balonmano Corazonistas, que alcanza su octava edición. Los 89 niños desde los tres a los doce años han comenzado la tarde con una serie de juegos y, tras merendar, disputan partidos dirigidos por sus entrenadores. Mario tiene siete años. «Pasamos en balón y lo botamos antes de meter gol. Cuando sea mayor quiero jugar a balonmano y trabajar de policía. Pero soy madridista y de Cristiano Ronaldo», indica el jugador.

Jorge tiene doce años. «Llevo cuatro temporadas jugando a balonmano. Lo que más me gusta es la merienda con galletas, croissants y batidos y jugar a balonmano. Mi ídolo es Víctor Tomás y me gusta el Barça», explica este lateral y extremo. Sara es una de las pocas chicas apuntadas al campus. Tiene ocho años. «Conocí el balonmano a los tres años y también practico el atletismo en el Agustín Gericó con Toni Abadía. Los dos deportes me gustan mucho y me encanta correr», reconoce Sara. Han formado parte del campus 89 niños, que se han dividido por cuatro grupos de edades. «Siempre rondamos los 90 niños todos los años. Hemos rotado todos los días seis o siete entrenadores y sumamos un total de 18 técnicos. Lo importante es que los niños conozcan y disfruten con el balonmano», dice Sergio Durban, el responsable de la sección de balonmano en Corazonistas.