No hubo milagro en el colegio Montearagón. El reto imposible fue imposible para Juan Romero. El ultrafondista de 47 años intentaba batir la plusmarca aragonesa de las 24 horas en pista de Jesús Gómez con 193 kilómetros por lo que su desafío era correr 200 kilómetros totalizando mil vueltas a la pista. Pero el corredor del Running Zaragoza se quedó a las puertas del cielo. En el momento en el que el reloj marcaba las 24 horas a las doce de la mañana se encontraba a cien metros de completar las 862 vueltas.

Fue una película con un final agridulce porque no tuvo opción de completar tal desafío. Pero tuvo muchas satisfacciones. Venía con un historial que asustaba. Un total de 250 medios maratones, 80 maratones y tres carreras de 100 kilómetros. El colegio se volcó. Romero empezó a correr con brío en la pista de tartán de 200 metros. Los peores momentos los vivió por la noche. Y cuando quedaban dos horas para acabar ya no pudo más y se puso a andar.

Le acompañaban por fuera de la pista un grupo de una docena de corredores de su grupo de entrenamiento. Y en la última media hora se le unieron un centenar de participantes de la carrera solidaria del colegio. Se vivieron escenas berlanguianas como cuando a falta de diez minutos para acabar una periodista con su cámara se puso a correr al lado para entrevistarle.

Los diez últimos minutos fueron un espectáculo. «¡Todos somos Juan!», exclamaban tres centenares de personas enardecidas en la línea de meta. Y el héroe llegó casi a meta levitando de la emoción con los confetis del grupo de populares que entrena. Los primeros abrazos fueron para sus hijas Blanca y Paula y para su novia, Marina. «Cuando nos lo dijo pensamos que era una locura, pero era el más indicado para hacerlo porque es super ambicioso. Lo ha acabado, que es lo que importa. Lo más difícil era llevar la mente. Ahora intentaremos hacer un 10K», decía Blanca. Las hijas ayudaron a montar las carpas, la comida, preparar la ropa de Juan e incluso corrieron. «También hemos llevado las vueltas. Por la noche vinimos un ratito. Cuando le quedaban dos horas estaba hecho. Por la mañana con la llegada de toda la gente le ha dado un subidón y ha conseguido terminar», apuntaba Paula.

El colegio siempre le apoyó. «He venido a animar como uno más con mis siete hijas. Cuando se tiene ilusión y se pone esfuerzo se puede soñar grande. Y Juan es un tío grande», decía emocionado Juan Herminio Duarte, el director del centro.

Y después Juan se dirigió emocionado a sus incondicionales. «Ahora carecemos de la cultura del esfuerzo en nuestra sociedad y en este colegio todos trabajamos para fortalecer a los niños en la cultura del deporte. La finalidad de este desafío es hacer que los niños se superen», finalizó el héroe de Montearagón.