Atravesar las puertas de la farmacia del hospital Provincial supone automáticamente dar un salto hacia atrás en el tiempo. Sin quererlo, quien accede a este espacio se teletransporta a al siglo XIX, una época donde no había redes sociales, ni móviles, ni la más mínima señal de modernidad. «Estamos hablando de la época preindustrial», cuenta Carmen Palos. Esta farmacéutica, ensimismada por el valor de cuánto alberga este espacio ubicado en el centro de Zaragoza, está realizando una tesis doctoral sobre el patrimonio de la botica del hospital Provincial.

Está jubilada, pero reconoce que no ha logrado «desconectar» de su profesión y, tras ‘colgar’ la bata, sentía que «tenía que hacer algo por los demás», cuenta. «He pasado allí muchas horas durante cuatro años, largas jornadas, pero ha merecido la pena» dice. En total, Palos ha catalogado más de 2.000 artículos, entre los que se incluyen 350 libros, alrededor de 450 medicamentos, 200 instrumentos farmacéuticos, además de diverso material de cerámica y cristal.

«Son auténticos tesoros, pero muy diversos. Hay material de laboratorio como probetas o morteros en los que se trabajaba con materias primas, donde se elaboraban los medicamentos», explica. Obviamente, en aquella época no había empresas farmaceúticas ni laboratorios que crearan fármacos y los distribuyeran como ahora. Había que ‘diseñarlos’ en las boticas. Y qué decir de la clasificación u organización del material: ahora todo está informatizado y antes debía hacerse a mano.

Inventarios

Eso también lo ha recuperado Palos, quien ha catalogado hasta 15. «Muchos son de 1887. La obligación de los farmaceúticos del hospital era hacer inventarios, describir todo y contar en ellos su trabajo. Los últimos datan de 1946 y había unos 25. A través de ellos se va viendo la evolución de la profesión, la elaboración en farmacia, el paso a la compra externa... Cuentan la historia», explica la aragonesa.

Esta botica del siglo XIX está parada en el tiempo, detenida en aquella época de 1881, aunque todavía sigue dando servicio. «Es la única farmacia de España de estas características que sigue en funcionamiento y, además, conserva todo su patrimonio tal cual», reitera Palos..

Varias salas, un altillo y un sótano son las estancias que alberga este patrimonio de una farmacia que, en aquella época, fue también lugar de trabajo de los jóvenes huérfanos «que estaban bajo la tutela de la Diputación Provincial de Zaragoza», explica.

Farmacia Ríos

La historia de esta botica se remonta al siglo XV y hay documentos que avalan su importancia en los tiempos de Fernando el Católico. Más tarde, en 1808, se trasladó a su actual emplazamiento después de la invasión de los franceses y, posteriormente, la estancia sufrió distintas remodelaciones.

Pero el Provincial no conserva solo su propia botica. La farmacia Ríos, que se ubicaba en el Coso y era una de las más emblemáticas de Zaragoza, cerró sus puertas en el año 1985 y su mobiliario y elementos decorativos fueron donados al centro en una estancia en la que se condensa el arte, la ciencia y la profesión. «De ahí llegó muchísimo material, muy importante. Los hermanos Ríos, a pesar de las ofertas, siempre quisieron que sus establecimientos fueran diferentes y los clientes pudiera ver arte al entrar a sus boticas, explica Palos. «Esto es una conjugación del arte y de la profesión farmacéutica», reitera la farmacéutica aragonesa.