La Ribera Alta se riega desde tiempo inmemorial gracias a las aguas del Ebro y del Jalón y al complejo sistema de acequias que recorren la comarca. Por ello resulta de gran interés una antigua tradición, denominada el Trallo o Arruedo, que consiste en repartir el agua de riego entre los diferentes pueblos beneficiarios recurriendo a una ceremonia en la que el azar desempeña el papel principal.

El Trallo, que está documentado desde el siglo XIX pero se remonta al siglo XIII, fue catalogado en mayo y octubre del pasado año como bien inmaterial del patrimonio cultural de Aragón por la DGA, lo que ha contribuido a su relanzamiento y puesta en valor.

La ceremonia se celebra en dos fases, en el término de Oitura, que pertenece a Pedrola. La primera de ellas es el 21 de abril y la otra, el 20 de mayo de cada año. En la primera ocasión, en el paraje conocido como Partidero de Almisén, se coloca un trallo (tajadera) de unos 25 centímetros de altura. A continuación, el encargo de aguas lanza al cauce cinco fajos de hierba, en un punto situado unos 20 metros aguas arriba del punto donde se bifurca la acequia. Y esta misma operación, solo que con cuatro fajos de hierba en lugar de cinco, se repite en la segunda fase.

La clave del asunto es el número de fajos que van hacia un lado y otro, pues eso determinará cuánta agua podrán recibir los regantes de Pedrola y Figueruelas, por un lado, y los de Alagón y Grisén, por otro, todos ellos representados por sus respectivas hermandades, unas instituciones que, asimismo, tienen un antiquísimo origen.

Evidentemente, el resultado del Trallo depende de la suerte. Pero, en cualquier caso, siempre está presente un notario que atestigua y da fe de lo sucedido en el partidero, donde las aguas se dividen y los haces de hierba toman rumbo hacia un lado u otro.

Con motivo del reconocimiento de la esta tradición, el Ayuntamiento de Pedrola y el Sindicato de la Hermandad de la Acequia de Pedrola y del Cascajo celebrarán un acto institucional el próximo jueves, 11 de abril, a las siete de la tarde, en el auditorio de la casa de cultura.

«El Trallo no es una mera ceremonia, el agua se reparte exactamente en función del resultado que arrojan las gavillas de hierba», subrayó ayer Felipe Ejido, alcalde de Pedrola, que indicó que el reconocimiento oficial de la tradición «supone perpetuar la memoria de un acto que se viene desarrollando ininterrumpidamente desde hace ocho siglos». Ejido señaló que en el Partidero de Almisén se divide en dos ramales una acequia que toma sus aguas del río Jalón, una denominada de Pedrola y la otra, del Cascajo.