El supermercado A vecinal es un supermercado normal, pero al mismo tiempo no lo es. A través de un modelo cooperativista sus socios quiere ir un poco más allá y buscan promover un modelo de consumo de cercanía, ecológico y con conciencia social. El local está situado en el barrio del Arrabal. Aún en construcción, pues solo llevan un mes con las puertas abiertas. Pero el ajetreo ya es incesante.

En las estanterías, todavía a medio llenar, conviven productos tan diversos como las fregonas y los tomates de colgar. Perfilan su catálogo con tiento, poco a poco. Quieren ir viendo qué les llama la atención a sus clientes. Y también ofrecer productos de cercanía, sostenibles y de colectivos que mimen a los productores.

A vecinal ha comenzado con una base de unos 150 socios. Para lograr la viabilidad intentarán triplicar esta masa social en las próximas semanas. Confían en que la oferta con la que han comenzado sea suficientemente atractiva para un público interesado en nuevos modelos de consumo, y también para cualquier vecino. Lo ideal sería romper el círculo en el que normalmente se mueven los interesados en los productos agroecológicos y convertirse en una referencia para toda la ciudad.

Los socios de A vecinal retoman así un proyecto que cerró hace menos de un año, pero a lo grande. Ya que Huertaza cumplió holgadamente su labor, ahora han decidido ir un poco más lejos. El viejo logo de la tienda todavía no se ha borrado del todo sobre los lineales de productos frescos. En pocos días lo sustituirán por un nuevo diseño realizado por dos de los socios de la cooperativa: representa los mimbres entrelazados de una cesta, toda una declaración de intenciones. También pondrán el cartel sobre la puerta y posiblemente realicen una pequeña fiesta de inauguración para darse a conocer.

Muy de temporada

Las maderas lavadas arropan las alcachofas, las acelgas y las naranjas, muy de temporada. En el centro del establecimiento una gran mesa contiene un par de juegos infantiles que sirven para que los más pequeños se entretengan. Así es más fácil hacer la compra. La intención es no cerrarse a nada y abarcar la mayor variedad posible.

Luchar contra los supermercados es difícil. Son gigantes que tienen de todo en su interior. La tienda de la calle Jardines Aguilar, emula en lo posible la experiencia de estos locales, pero a su manera. Ofrecen cosméticos del Matarraña a base de aceite de oliva, cepillos de dientes de bambú para reducir plásticos, vinos ecológicos y el popular refresco de cola de la marca Frixen que poco a poco se ha hecho un hueco en los bares más concienciados de la ciudad. Y aún hay más: papel de baño recilado, conservas elaboradas de forma artesanal procedentes de pesca sostenible (marca Pan do Mar) y hasta comida para gatos.

Experiencias similares

El modelo que se ha puesto en marcha en Zaragoza se inspira de forma directa en el supermercado ecológico de Park Slope, en Brooklyn. Siguiendo su estela (que cuenta con más de 16.000 socios) se han abierto tiendas en Pamplona o Valencia. Todas ellas ya tienen un amplio recorrido a sus espaldas del que buscan tomar ideas para solventar problemas.

Los precios son los habituales en un comercio de productos ecológicos, un poco más elevados que la media. Los socios, por contra, tienen una tarifa menor. Además, si se realiza un trabajo voluntario se pueden tener descuentos y otras ventajas. «Es la mejor forma de sentirse partícipe en el proyecto», destacan Edurne Caballero y David Pérez, dos de los portavoces de la cooperativa.

Los vecinos del barrio del Arrabal han recibido con interés este supermercado diseñado para los que no quieren comprar en un supermercado. «El proyecto aún está en construcción, será la asamblea la que irá decidiendo qué criterios nos parecen mejor para elegir la oferta», expresan. La suerte está echada. Ahora es el momento de que los interesados se apunten como socios y de afianzar al máximo a los clientes habituales. Facilidades tienen. Junto a la caja atendida por Ahinoa y Nerea tienen unos botes de legumbres que se regalan por hace una compra abultada.