Las voces del pasado producen ecos en el presente. En el año 1492 las aljamas de toda España se vaciaron por la fuerza tras un decreto de expulsión de los judíos firmado por los Reyes Católicos. Importantes núcleos de población en Aragón, como Sos del Rey Católico, Barbastro, Tarazona o Monzón perdieron de golpe a buena parte de sus vecinos. Aquellas familias, apellidadas Castel, Aroesti, Barbuc, Vives o Pardal, iniciaron su diáspora por el mundo, siguiendo la ruta de Portugal, la del Norte de África o la de los Balcanes.

Hasta hace unas semanas, los descendientes de estas comunidades han tenido la oportunidad de obtener la nacionalidad española en compensación por la injusticia a la que fueron sometidos.

Algo que supone una oportunidad de promoción económica y turística para la comunidad aragonesa, pues al rastrear los pasos de sus antepasados, aparecen en los árboles genealógicos las calles, los cementerios y las sinagogas de las antiguas juderías.

El procedimiento abierto hace cuatro años para conceder la nacionalidad española a los sefardíes, los descendientes de los judíos expulsados de la península en 1492, se ha cerrado este lunes con 132.000 solicitudes registradas, la mayoría de ciudadanos de países latinoamericanos.

Los sefardíes de México encabezan la lista con alrededor de 20.000 peticiones de nacionalidad; seguidos de los venezolanos, con en torno a 14.600; y los colombianos, con 13.600, aunque se han registrado solicitudes desde decenas de países, de Turquía a Estados Unidos, pasando por Israel, según apuntó a Efe el director general de los Registros y del Notariado, Pedro Garrido.

Dificultades

Muchos de ellos han rastreado sus vínculos con el pasado siguiendo la línea aragonesa. Sin embargo, es difícil conocer los datos concretos aragoneses, pues cada notaría tramita sus propios expedientes sin que exista un registro centralizado.

Además, buena parte de estos linajes familiares han sido completamente destruidos por los avatares de la historia, así que en ocasiones los orígenes quedan probados únicamente con el paso por países intermedios.

Desde el colegio oficial de notarios reconocen que no se ha producido la «avalancha» que ha desbordado los despachos de Madrid y que solo seis personas han cerrado el trámite hasta el momento en Aragón.

Lo más interesante para la comunidad es que este proceso de nacionalización ha exigido que las familias interesadas en recuperar su legado sefardí tienen que viajar hasta España para rematar el expediente documental.

Por eso, gracias a las personas que ejercen como intermediarias a la hora de rastrear los orígenes, acaban conociendo los paisajes aragoneses de sus antepasados. «Bastantes familias israelíes vienen cada año a la comunidad para realizar una visita a la tierra de sus antepasados, ha sido un descubrimiento para muchos de ellos», reconoce Yael Borkow, una de estas personas que ejercen como enlace.

Algunos, como ha pasado en Calatayud, han podido situar (con la ayuda de expertos aragoneses) incluso el punto exacto en el que estaba la casa de su familia en 1492. «Es una lástima que no se extienda más el decreto que permite la nacionalización, pues todavía queda mucho trabajo por hacer», según pone de manifiesto Borkow.

Destaca que casi dos centenares de personas ya han firmado sus actas de notoriedad en notarías aragonesas y están esperando respuesta del Ministerio de Justicia.

Y otras tantas vendrán a firmar actas a la comunidad aragonesa en cuanto acaben de reunir los requisitos, pues creen que la profesión está desarrollando de una forma muy satisfactoria su labor.

En lo personal, se ha encontrado con que gran parte de las familias que ha tutelado para iniciar el expediente (que se tendrá que analizar en los próximos años hasta probar fehacientemente una relación con los sefardíes) han descubierto un lugar que les permitirá iniciar una nueva vida. Es el caso de muchos venezolanos, por ejemplo, sin ir más lejos.

«Mucha gente viene a visitar pueblos de Aragón con la esperanza de encontrar su pasado», dice.

Para eso es necesaria la colaboración de especialistas en genealogía. Habrá que esperar para conocer cuánta gente puede reunir los requisitos.