“Ahora que llevamos cámaras en todos los rincones de la moto, hubiese sido terrible, ¡terrible!, haber llevado una cámara ¡y un micro! en el interior de mi casco cuando he cruzado la meta”.

Marc Márquez, nuevo líder del Mundial de MotoGP pese a tener los mismos puntos (199) y victorias (cuatro: EEUU, Alemania, República Checa y San Marino) que Andrea Dovizioso, pero con dos segundos puestos más que el Profesor, como llaman a Dovi, reconoció que “nada más cruzar la meta como vencedor, después de habérmela jugado en la última vuelta, he estallado, he gritado, ha salido de todo por mi boca y me he sentido el hombre más feliz del mundo”.

Con razón, Márquez lo había apostado todo en este gran premio, que se corría a 12 kilómetros de la mansión de Valentino Rossi. Es su jardín. Era territorio hostil y los tifosi de Vale no dejaron de recordárselo a Marc durante toda la jornada, al pitarle e, incluso, aplaudirle cuando el catalán se cayó en la última vuelta del ensayo previo a la carrera. Marc, eso sí, regresó al box y, cuando pasó frente a la tribu amarilla, le lanzó besos, muchos besos. “Besos y amor, que no falten”.

“Me duele que se comporten así porque me parece una falta de respeto hacia todos los pilotos, que nos jugamos la vida corriendo para ellos”, explica Márquez. “Me parece bien que muestren sus preferencias hacia alguno de nosotros, pero no que aplaudan cuando nos caemos. Yo, al menos, espero que mi afición no haga eso jamás”.

Para Márquez ganar en Misano es mucho más que una victoria. Y más este año. Venía de romper el motor en Inglaterra y el equipo creía estar en deuda con él. “Cierto, pero no tiene sentido. Aquí ganamos todos y perdemos todos”. Había sufrido tres caídas en el fin de semana. Sumana el récord de 20 (17 en 2016). Estrenaba motor. Llovía. Debía ganar o quedar por delante de Andrea Dovizioso. Y, encima, este circuito no es bueno ni para sus estilo de pilotaje ni para su Honda. Pero se la jugó y ganó.

Ha habido periodistas, tal vez amigos de Stefano Corti y Alessandro Onnis, aquellas dos hienas que viajaron a Cervera, en 2015, para maltratar a Márquez en su garaje, que le han pedido, en twitter, a Vale que regrese cuanto antes y tire a Marc para que no pueda ganar el Mundial. Así están las cosas en Italia. Puede, sí, que esos sean los gritos de rabia y felicidad, a la vez, que Márquez se guardó para él y temió que apareciesen en antena de haber existido un micro en el interior de su casco.