El balonmano es contagioso. Y si no que se lo digan a Reyes Becerril. Desde hace dos años es la presidenta del Balonmano Dominicos, una de las canteras clásicas en Aragón junto a Maristas, Corazonistas y La Jota. La vida no sería lo mismo para esta administrativa de 49 años que trabaja en una empresa zaragozana de artes gráficas.

Desde hace pocos años el balonmano es uno de los temas de conversación más frecuentes de esta familia de cinco miembros. Hasta la abuela se ha convertido en una hincha y no se pierde un partido por televisión. En su juventud Reyes Becerril practicaba deporte recreativo y su esposo jugaba a baloncesto. Hasta que hace diez años sus hijas, Claudia y Elena, empezaron a practicar balonmano en el colegio Escolapias Santa Engracia. «Se creó un equipo femenino, una cosa que no era habitual. Ambas se enamoraron de este deporte. Estuvieron en ese colegio tres años, hasta que desaparecieron los equipos», indica Becerril. Claudia se buscó la vida y se fue a jugar al colegio Dominicos. «Lleva desde le primer año de infantil en Dominicos y ganaron el primer título regional femenino del cole». El año siguiente continuó sobre sus pasos Elena con un grupo de amigas de Escolapias Santa Engracia.

Ambas han crecido deportivamente y son ahora jugadoras destacadas del Unizar Dominicos que compite en la División de Plata. Tanto Elena como Claudia son centrales. «Son vasos comunicantes. El día que está una de ellas más contenta, la otra lo está menos. Pero ambas se llevan bien. Claudia es más de llevar el ritmo del partido, mientras que Elena es más finalizadora». Aunque en casa su carácter es muy diferente. «Elena es más tranquila y pausada, mientras que Claudia tiene el genio más vivo y es parecida a mí», indica Becerril.

Sus padres han cumplido de la mejor manera posible la complicada labor de ser padres de unas deportistas. «Aquí todo el mundo tiene claro la labor que debe tener como padre, que es animar y apoyar. Hace tiempo creamos una escuela de padres para saber como tenemos que hacer las cosas en los partidos. Hemos intentado apoyar a nuestras hijas. La crítica siempre ha sido constructiva. Si han necesitado apoyo se les ha dado como en el momento en el que ambas se lesionaron de los ligamentos cruzados de sus rodillas. Y a ninguna de las dos les afectó en su carácter», indica Becerril.

El balonmano femenino es una gran referencia en el equipo zaragozano en los últimos años. «Antes era uno de los deportes que las niñas no solían practicar. Aquí se apostó hace bastante tiempo, el trabajo continúa y hemos tenido frutos. Pero no tiene valor contar con un equipo de referencia si por detrás no hay una cantera que se refleja en las mayores», indica. Becerril lleva vinculada cuatro años en la junta directiva. «Al principio era una aficionada más de echar una mano. Entré y encontré mi hueco». Hasta que hace dos años Javier Hernández, el anterior presidente, dimitió. «Creía que yo no era la persona idónea. Pero el resto de la junta vio en mi el perfil adecuado. Lo hablé en casa, me sentí respaldada y aquí estoy».

Desde entonces lleva la responsabilidad de esta histórica institución con su carácter conciliador. «La suerte que tengo es que hay un equipo de gente que funciona bien. Además, en casa la labor es muy compartida y mi marido casi trabaja más que yo. Voy a mi empleo de mañana y no hace falta que vaya al club todos los días». Ahora es una hincha más del club y no se pierde ninguno de los partidos de los equipos de Primera y del Plata femenino. «Y si puedo veo también el fin de semana algún partido escolar. Soy de animar mucho, mucho y mucho en la grada. Pero cuando los partidos son reñidos, el estómago se pone en tensión», confiesa.