Laura Ginés ya ha perdido la cuenta de los años que lleva compitiendo con el Alcampo Scorpio 71. Nunca ha sido una estrella nacional, ni es una atleta foránea. Nunca logró medallas internacionales individuales y se quedó a un suspiro de disputar los Juegos de Londres en el heptatlón. Pero en el club zaragozano siempre ha sido una atleta admirada como un ejemplo de esfuerzo, compañerismo, trabajo y humildad.

Laura Ginés es el gran espejo en el que se mira la cantera amarilla. Se formó en el club zaragozano desde chica y consiguió 31 medallas en los Campeonatos de España de todas las categorías, entre ellas dos Nacionales absolutos al aire libre en combinadas en los años 2011 y 2012. Pero como otros grandes atletas aragoneses se quedó a un pelín de cerrar su círculo. Fue el 2012 en las pistas de Serrahima. «Igualé el récord de España de heptatlón de María Peinado con 5.860 puntos. Tenía 26 años y me quedé a 90 puntos de ir a los Juegos de Londres. Nunca lo he visto como una alegría agridulce. ¿Y si hubiera hecho un punto menos? Fue un momento muy grande de euforia, de estar en una nube muchos días», reconoce la zaragozana siete años después.

Con 29 años, en la flor de su vida, decidió retirarse del atletismo de élite. Fue en el Campeonato de España que se disputó en Castellón. «Estaba en un gran momento porque ese año hice marca personal en pista cubierta. Pero tengo la suerte de decidir cuándo y en qué momento de mi vida me he querido retirar independientemente de las lesiones. El año siguiente había oposiciones en Aragón y tenía que darlo todo en otra faceta de mi vida como era estudiar y conseguir un trabajo», dice con realismo.

Con 32 años sigue compitiendo ayudando en la Liga al Alcampo Scorpio. Pero ha cambiado su enfoque. «Hago deporte salud, deporte de ocio para encontrarme con los amigos. No tengo la mente para meterme caña, tengo otras inquietudes y quiero sentirme bien. He estado tantos años dándolo todo por unos objetivos que ahora no me apetece entrenar tanto». Pese a su historial tan completo, tiene una espina clavada. «Hice 39 heptatlones y me queda uno para el 40. Cuando cumpla los 35 años quiero redondear la cifra. Sería en un Nacional para veteranos».

En sus mejores momentos como atleta decidió dar un paso importante. Se fue a entrenar con la máxima exigencia a la residencia Blume de Madrid de la mano del admirado técnico José Luis Martínez. Allí estuvo once años. «No cambiaría nada del transcurso de mi vida. Es duro vivir lejos de tu familia y estar rodeado de gente que tiene tantos objetivos y tantas ganas. Este es un deporte muy duro en el que hay que sacrificar muchas cosas. Tiene muchos más días malos que buenos, pero lo positivo es que esos días buenos merecen tanto la pena que volvería a pasar por todo. Por ejemplo, fue impresionante acudir al Mundial Universitario de Kazán en el 2013», recuerda.

Los dos últimos años ha vivido en Valderrobres como maestra de primaria de audición y lenguaje. «Son niños que necesitan un apoyo extra y les ayudas a que se integren mejor en el aula». Ahora ha diversificado sus prácticas deportivas. Hace escalada y patinaje. «La zona del Matarraña es muy acogedora y los niños de pueblo tienen un toque especial», afirma. El año que viene regresará a trabajar a Zaragoza. «Quiero acercar mi vida a Zaragoza. Lo que más echo en falta es el entorno familia, he vivido once años en Madrid y vivir fuera cuesta». Desde este otoño podrá impartir sus experiencias sobre la pista a los niños del Alcampo Scorpio. «He dado mucho al atletismo y debería devolver esos años enseñando a otras personas».