El tiempo es un juez implacable, pero también subjetivo. Nunca es demasiado tarde para descubrir una pasión y Paula Figols (Zaragoza, 23-11-1977) lo hizo con 36 años, cuando empezó a sentirse «corredora, no atleta o runner, yo soy corredora», asegura con decisión. Periodista de profesión, escritora también por devoción (El refugio de las golondrinas. Ediciones Anorak) y amante del deporte, se decidió por el atletismo cuando hace ahora seis años apuntó a sus hijas, Lara y las mellizas Vega y Luna, al Club Zaragoza Atletismo y había entrenamientos para padres mientras sus hijos hacían los suyos. Ahí le entró el gusanillo. Desde entonces, Paula no ha parado.

«Había hecho deporte desde pequeña, desde natación a judo o también mucho balonmano. Hasta fútbol porque montamos un equipo de fútbol, Las Apañadicas, que éramos periodistas y amigas y hasta nos federamos. Correr, salvo esporádicamente o de forma muy puntual, no lo había hecho nunca», recuerda. Pero todo es ponerse. Se calzó las zapatillas para empezar y su primera mañana para hacer 10 kilómetros con tres amigos ya los dejó impresionados a sus compañeros de salida dominical. Ahí había madera de corredora. Vaya si la había...

Claro que esa demostración tenía una explicación. «En las pruebas del instituto era la que más resistencia tenía, lo mismo cuando entrenaba al balonmano o al fútbol», asegura. Pero queda dicho que el atletismo llamó a su puerta tarde, aunque con una pasión imparable, como son las verdaderas pasiones. «Si hubiera empezado de niña no sé si habría podido llegar más lejos. Quizá sí. Pero la vida te viene como te viene. Esto es un hobby, no me paro a pensar en si hubiera corrido en serio desde joven qué habría pasado», explica.

Camilo Santiago, uno de los mejores atletas españoles del momento, empezó a correr con 28 años y ahora aspira a ir a Tokio en el maratón. Paula aún comenzó más tarde, pero enseguida demostró sus facultades, pese a ser una corredora que se sale del estereotipo habitual: «Disfruto mucho corriendo, pero no tengo la presión de los tiempos. Soy perfeccionista, claro, y quiero hacer el mejor tiempo posible, pero sin la obsesión de las marcas. Eso no lo tengo. De hecho, corro y entreno sin reloj y no sé a qué ritmo voy. Corro por sensaciones. Yo siempre voy a tope, pero si después no sale el tiempo que pensaba tampoco me frustro», dice.

Pero los tiempos que salen no son malos. Nada malos. Como arrancó tan tarde en el atletismo pasó a la categoría de veteranas y ahí ya conoce el podio en la Maratón y en la Media de Zaragoza. Su mejor tiempo en esos 42 kilómetros que estableció Filípides está en 3.27. Queda dicho, eso sí, que las marcas no son lo más importante para ella, por eso en los últimos tiempos ha aparcado el asfalto y se ha centrado en la naturaleza. «Ese cambio es por cómo me tomo yo este deporte. Para mí es una diversión y las carreras de montaña las disfruto más, porque estás en contacto con la naturaleza y por recorridos maravillosos. Te exiges de otra manera, no por los ritmos, hay que tener más resistencia mental… A mí me iría mejor si entrenara más en serio para carreras de asfalto, pero elijo las pruebas que me gustan», reseña.

La naturaleza le ha visto correr varias veces la Roncesvalles-Zubiri, o el Maratón de las Tucas, el del Valle de Tena, la Ultratrail de Sobrarbe, la Nafarroa Extrem y la Trail Barranco de Horcajuelo, entre otras. «Y me gustaría probar algunas más. Ahora quiero intentar otra maratón de asfalto y hacer una ultra de más de 70 kilómetros», añade como planes inmediatos en su agenda.

Paula sigue entrenando junto a Luisa Larraga en el Zaragoza Atletismo y la historia de su pasión por este deporte se mantiene con la llama más que viva. Lara se pasó a la danza y Vega y Luna combinan el atletismo con la cantera del Zaragoza Club de Fútbol Femenino, pero a ella el correr le atrapó para siempre. «Es que me ha supuesto muchísimo en mi vida, porque no es solo el día de la carrera, yo disfruto también de los entrenamientos. Es una actividad solitaria, pero también en grupo. Creo que te permite conocerte mucho mejor, saber tus propios límites y explorar tus sensaciones», concluye, con la seguridad de que aún le quedan muchos kilómetros por devorar en esta pasión tardía.