Lo vive, lo siente y lo disfruta. Verónica Rodríguez ama el balompié y trabaja de forma incansable para que el fútbol femenino escale hasta el lugar que se merece. De hecho, su amor por el esférico lo resume perfectamente en unas pocas palabras: «De las 24 horas del día, 19 me las paso pensando en fútbol y estoy muy orgullosa de ello». Nació en Andorra (Teruel), pero estudió en Huesca magisterio de educación primaria con especialización en Educación Física y y después la licenciatura de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Desde entonces se quedó en la capital altoaragonesa, donde lleva ya 16 años.

También suma casi una década siendo profesora de Educación Física en el colegio San Viator de Huesca, su pasión, lo que siempre le ha gustado. Pasaba su vida entre las aulas y como jugadora en Primera Nacional hasta que cambió a los banquillos, algo que reconoce que «nunca me había llamado la atención porque mi rama es más la preparación física». Aun así, un día tomó la decisión, tras una primera experiencia como entrenadora, «de estar al margen y centrarme más en mí, porque me gusta entrenar y entonces hacía duatlón», relata.

Pero llegó una llamada y no dudó. «Hablé con el club en el que estaba y les dije que me dieran un tiempo para pensar, pero justamente me llamó la Sociedad Deportiva Huesca». La entidad altoaragonesa, en su afán constante de crecimiento a todos los niveles que ha venido demostrando en los últimos años, creó de la nada en la campaña 17-18 la actual sección femenina, que cuenta con seis equipos desde benjamín hasta Primera Nacional, tercera categoría nacional, y cuyo equipo dirige Verónica desde su comienzo. Fue una propuesta irrechazable por su amor al fútbol femenino. Sentía que tenía que ser partícipe de ello, poseía el deber moral de ayudar a las chicas a disfrutar del balón en Huesca.

«Era un proyecto que impulsaba Leo Franco y cuando me pusieron encima de la mesa todo lo que había de cara al futuro para las chavalas dije que tenía que formar parte de ello. Fue ilusionante porque ves que hay un proyecto de futuro para las chicas, algo que no teníamos en Huesca y que yo no había podido vivir, así que decidí ponerme el mono de trabajo, dar un paso adelante y formar parte de él asumiendo esa responsabilidad», cuenta.

Pero su participación en esta ilusionante aventura, que va a más, no solo se reduce a entrenar al primer equipo, ya que también lleva la coordinación deportiva de la sección: «Me ocupo del tema de licencias, campos, horarios, familias… todo lo relacionado con los equipos», explica.

El proyecto en sí está dando todavía sus primeros pasos. Poco a poco, con cautela, sin prisa pero sin pausa, con humildad y corazón, pero el objetivo es que «a medio o largo plazo el Huesca esté en la Liga Iberdrola». «A día de hoy hemos dado pasos de gigante. Hace dos años y medio no había nada y ahora tenemos seis equipos. En total hay alrededor de 120 chicas que están dentro del club», asegura la andorrana. Y sobre todas y cada una de ellas se siente «orgullosa», porque «disfrutan del fútbol y también de haber conseguido todo lo que hemos logrado hasta ahora partiendo de la nada», subraya Verónica.

En cuanto al primer equipo, tras lograr el ascenso a Primera Nacional la pasada campaña con una enorme autoridad, el cambio de categoría le ha costado en la primera vuelta, si bien su entrenadora confía en lograr la salvación, principal meta de aquí al final del curso: «Está siendo difícil porque empiezas en una categoría nueva y en un grupo fuerte como es el catalán y balear. Estamos peleando y plantando cara a todos los rivales, aunque en esta primera vuelta la suerte no nos ha acompañado. Hemos tenido lesionadas a jugadoras importantes, Daiana se incorporará ahora por tema de papeles y Nuria Mallada jugó a dos jornadas para acabar la primera vuelta. Adaptarse es difícil, pero ahora ya en enero el equipo tiene las bases consolidadas», asevera su entrenadora.

El primer equipo es el máximo exponente, un espejo en el que mirarse y una vía de esperanza para las niñas de toda la provincia de Huesca, lo cual deja un mensaje claro: se juega al fútbol y no en un lugar lejano. «La provincia va creciendo poco a poco y hay niñas que también se fijan en el Huesca ahora que tenemos más bombo. Ven que, sean mejores o peores, tienen una salida para jugar a fútbol. Servimos un poco como escaparate y ojalá esto vaya mejorando», desea Verónica.