Polifacética, trabajadora y muy echada para delante. Es una descripción corta pero acertada de Sara Baudín. Para muestra, una ligera presentación. Esta joven convirtió su hobby, que es bailar, no solo en su profesión, sino en su modo de vida ya que, además de haber competido en baile deportivo, es la presidenta de la Federación Aragonesa de este deporte desde hace cuatro años, posee su propia escuela y fue la pareja de Pablo Ibáñez (más conocido quizá como El Hombre de Negro, de El Hormiguero) en el programa de TVE Bailando con las estrellas. Y tiene solo 28 años, por cierto.

«Bailar es una manera de expresarse, decir con tu cuerpo lo que a veces con palabras no puedes», comienza explicando, para después continuar comentando cómo el baile ha entrado en su vida: «Empecé como un hobby, pero a medida que te adentras, te implicas más. Inviertes más tiempo y el núcleo de amigos pasa a ser el que también realiza ese deporte. Pasa a ser tu estilo de vida completamente».

Entre sus empeños está dar a conocer su pasión, animar a todo el mundo a que pruebe a bailar, aunque no sea con carácter competitivo. En esa dirección trabaja a título personal, a través de su escuela Bybaila, que está en Villanueva de Gállego, y por medio de la Federación Aragonesa que preside. «Así como otros deportes son más complicados, bailar puede todo el mundo. Luego será mejor o peor, pero el talento es un 10% y el trabajo un 90%», asegura.

Yendo por partes, lo primero que hizo fue competir, aunque ya lo dejó para volcarse en la escuela. Dentro del baile deportivo, instruye Sara, hay muchas modalidades: «Yo he hecho baile de salón. Hay dos tipos, los latinos, que son samba, chá-chá-chá, rumba bolero, jive y pasodoble y los estándar, que son vals inglés, vals vienés, tango europeo, slow fox y quickstep», relata.

Dentro de una competición se bailan cada uno de los cinco que componen los estándar o latinos. Es decir, que se necesita ser camaleónico para ejecutar con precisión todos ellos. Cada uno requiere entre un minuto y medio y dos y se hacen todos seguidos, una prueba conjunta en la que se valora el ritmo, la interpretación, técnica, colocación o la conexión con la pareja. A Sara, por cierto, le sigue emocionando el vals inglés, su preferido.

En cuanto a la escuela, terminó de estudiar en Barcelona y enseguida se lanzó a la aventura a pesar de su juventud. «Llevo cuatro años con la escuela y cuando empecé me llamaban loca, pero sin la ayuda de mis padres no lo podría haber conseguido. Fue muy duro al principio, con clases gratis para darme a conocer, ir a los colegios, un montón de llamadas… Siendo pesada y cabezuda ha ido viniendo más gente. Estoy muy agradecida y además se conoce el baile como ocio y como deporte».

Y a la Federación entró hace cuatro años cuando en una asamblea nadie quería liderarla. Entonces, emergió su voz para decir que eso «no podía ser» y decidió dar el paso. Por un lado, está contenta ya que «se han incrementado las licencias de cantera», uno de los grandes problemas ya que solo había dos parejas federadas menores de 40 años cuando entró y, además, resalta que los federados «han estado bastante conmigo y con actitud constructiva». Aunque también hay aspectos en el debe.

Por un lado, «de fuera a veces he sentido como que se me ha menospreciado, como que no me tomaban en serio por ser joven y mujer. Algunos gestos no me han gustado, como con menosprecio a lo que puedo hacer». Y por otro, la pescadilla que se muerde la cola: «Como no somos muchos no podemos hacer competiciones y, como no podemos hacerlas, la gente no se anima». Aun así, con personas con la proactividad y dedicación de Sara, el futuro del baile deportivo está en muy buenas manos.