Abandonando esa «desazón», la palabra escogida por Vicente del Bosque, minutos después del 1-5 de Holanda, llegó ayer España a Río de Janeiro, envuelta por las dudas de siempre sobre el estilo, pese a todo lo que ha conseguido. Pendiente el país y, por supuesto, los propios jugadores de los «cambios» (no quiso precisar cuántos el técnico), que se verán mañana ante Chile. «Somos flexibles, pero tozudos en algunas cosas», precisó el seleccionador a Cuatro antes de subirse al avión camino de la capital carioca.

Flexibles porque introducirá modificaciones, sobre todo en el ataque, pero no romperá la esencia de lo que ha sido España, una selección clonada del Barça, construida al rededor de la pelota. Y del toque. «Vamos a mantener algunas cosas, pero vamos a cambiar otras», precisó Del Bosque sin querer dar pistas sobre sus planes. Tras el último entrenamiento a puerta cerrada realizado en Curitiba, el equipo voló a Río con la ilusión de demostrar, como afirmó ayer Mata, que «no estamos muertos» y el temor de caer en el precipicio si no superan a la suicida Chile de Sampaoli. Suicida porque juega cada balón como si fuera el último de su vida. Suicida porque presiona al rival como si no existiera el mañana.

«Nos gusta ser una selección medio suicida. Pocos equipos pueden presionar como lo hacemos nosotros, pero tenemos el físico y la capacidad para hacerlo», proclamó Arturo Vidal, el jefe de la selección. El azulgrana Alexis es la estrella.

CON EL MISMO ESTILO

Del viernes hasta ahora, España se ha sometido a una cura de profunda y autocrítica reflexión. Cree haber detectado los errores cometidos ante Holanda y sabe también el camino para evitar la velocidad chilena. Con la sensibilidad que le caracteriza, y sin que le tiemble la mano, Del Bosque meterá mano en el once inicial. Pedro parece fijo en la nueva España. Torres y Villa se pelean por un puesto en el ataque y solo falta saber si la regeneración afecta a vacas sagradas (Piqué, Xabi Alonso o Xabi) o se queda, finalmente, en el cambio de un lateral con la entrada de Juanfran. «Nadie debe alarmarse de los cambios que hagamos. No vamos a señalar a nadie», subrayó Del Bosque.

Todo bajo una premisa. El estilo no se toca. «Es el estilo que nos ha llevado al éxito, no creo que haya motivo para cambiarlo», recalcó Mata ensalzando el «ambiente de familia» que se ha vivido en estos días de dolor de Curitiba. «Todos tienen nuestro afecto, pero por encima de la estima personal debemos dar soluciones al equipo», añadió el técnico.

UN BLOQUE SÓLIDO

La principal solución pasa por recuperar la solidez defensiva que caracterizó a la campeona del mundo. Si se arrastra en defensa, o en su estructura defensiva, lo pasará muy mal. «Estamos dolidos por lo que nos ha sucedido, era impensable que nos pasara esto», confesó Del Bosque. Pues ha ocurrido. Y el seleccionador huye de esa «desazón» en las últimas horas reanimando a un equipo «desorganizado» en el plano futbolístico, como reveló él, y abatido psicológicamente. Quiere Del Bosque que recuperen la alegría y el descaro para volver a disfrutar jugando. El fútbol les da mañana otra oportunidad. Y en Maracaná, nada más, nada menos.

«No nos vamos a aferrar a ningún cargo, haremos lo que sea mejor para el futuro», dijo Del Bosque, que tiene contrato hasta el 2016. Pero su único contrato es ganar a Chile.