Brasil puede elegir. Eso es, al menos, lo que piensan chilenos y holandeses, que esperarán ansiosos el desenlace del partido de hoy (22.00 horas) en el Mané Garrincha de Brasilia entre la anfitriona y la ya eliminada Camerún. En el entorno de la seleçao todo son especulaciones y el veterano Felipe Scolari no ayuda a disiparlas.

El entrenamiento de ayer a puerta cerrada olió a estrategia para ocultar un plan B que jamás existió. Para frustración de la prensa brasileña y de la torcida, que exigen cambios y una alternativa de juego, Felipao jugará con su equipo estrella.

Hulk volverá al once titular después de una lesión que le impidió jugar contra México, y la verdeamarela dosificará el esfuerzo con las miras puestas en octavos, especialmente Neymar, que con una amarilla no puede permitirse el lujo de ser sancionado ante Camerún. La excesiva reserva de Felipao y un calendario que beneficia claramente a los locales (el grupo B se cerrará cuatro horas antes del partido de Brasil), han levantado suspicacias en Holanda. Ayer, el capitán holandés, Van Persie, lanzó la primera piedra al afirmar: "Brasil jugará después de nosotros. Interesante". De hecho, la propia FIFA ya señaló que el partido se considera de "alto riesgo de manipulación", algo que contrasta con los titulares de "insobornable" de la prensa brasileña que habla del árbitro sueco, Jonas Erikson, como un "experiodista y empresario millonario que pita como afición".

Polémicas aparte, nadie, ni en Brasil ni en Holanda, duda de que Scolari estará calculadora en mano más pendiente del resultado del México-Croacia, que se jugará al mismo tiempo, que de ganar a Camerún. Si Scolari es quien sostiene la calculadora, tendrá que ser Neymar el que aprete las teclas.