Sangre, sudor y lágrimas, muchas lágrimas. A base de prórrogas agónicas, penaltis de infarto y golazos firmados por cracks inesperados, como el del colombiano James Rodríguez que dejó KO a Uruguay, el Mundial de Brasil va tomando forma después de unos disputadísimos octavos de final. Por el camino han quedado algunos grandes nombres de equipos como España, Italia e Inglaterra que, a pesar de los galones, apenas han jugado a nada, y han emergido pequeñas sorpresas, como Colombia, Costa Rica y Bélgica, que sin presiones ni expectativas pero con un gran fútbol se han colado en cuartos por derecho propio. Y ahora, sin pizca de miedo, no renuncian a nada.

Pero no hay que engañarse. Los pesos pesados, tanto europeos como sudamericanos, siguen en pie y las quinielas siguen apostando por lo «viejo y conocido» a pesar de que Brasil y Argentina, los equipos de las dos grandes estrellas del Mundial, las dos azulgranas, Neymar y Messi, están jugando un fútbol discreto, por no decir mediocre. Basta con echar un ojo a los discursos cada vez más humildes de los anfitriones. La canarinha sufre como ningún otro equipo la enorme presión de su público, la pasional torcida, que no ha dudado en pitar a sus jugadores cada vez que la máquina del jogo bonito se paraba.

MÁS DEFENSAS / «Quien quiera ver un espectáculo, que vaya al teatro», llegó a espetar el miércoles el camisa 10, Neymar, del que se espera que aporte toda la magia y el brillo del que la seleçao está careciendo. Un discurso desconocido para el que parecía disfrutar aportando show ante los jugadores de Camerún pero que se desinfló ante Chile y ahora aboga por la efectividad frente al estilo. «No quiero dar espectáculo, es lo último que busco. No estamos aquí para dar espectáculo, sino para vencer. Si ganamos medio [gol] a cero, está bien. No importa hacer un sombrero o un caño», declaró un Neymar que parece haber sido absorbido por la filosofía de Scolari pero que, para tranquilidad de los suyos, se ha recuperado completamente de la contusión en la rodilla derecha.

El profesor juega al despiste en los entrenamientos y prepara un cerrojazo para que los colombianos no puedan realizar ni uno de sus curiosos bailes de celebración en el Castelao. Echando mano de la vieja libreta de las estrategias, Felipao resucitará la alineación de tres centrales que le valió el título mundial en el 2002 para neutralizar al pichichi Rodríguez. Pero los cambios siempre traen sacrificios, y la sanción del pivote defensivo, Luiz Gustavo, por acumulación de tarjetas, no deja otra opción: Daniel Alves verá el partido desde el banquillo.

ALVES, CUESTIONADO / El seleccionador busca la efectividad ante todo y Alves no pasa por su mejor momento. Sus fallos en defensa no han pasado desapercibidos y ha sido objeto de duras críticas. Maicon ocupará el lateral mientras que el exbarcelonista Henrique, cuya convocatoria sorprendió a todos, ejercerá de tercer central. Será un día duro para Alves, sin duda. Además de perder la titularidad, tendrá que observar el partido del que suena para sustituirle en el Barça: Juan Cuadrado.

En las calles de Brasil el pesimismo comienza a circular y muchos ya hacen sus cábalas. Con el juego desplegado hasta el momento, cada vez son menos los que hablan del sexacampeón y los hay que incluso prefieren perder en cuartos ante la revelación, Colombia, o ante la siempre temida Alemania en semifinales.

Pero el pueblo brasileño es pasional y, por momentos, masoquista. Al igual que los pitos sacan el amor propio y la rabia de sus jugadores, una posible final con Argentina en Maracaná plantearía la mayor prueba de fidelidad a la camiseta verdeamarela. Todos lo saben: vencer a la Argentina de Messi, con un Neymar de 22 años y en el templo del fútbol, sería apoteósico. Los jugadores acusan la presión, y las lágrimas de los penaltis ante Chile fueron la prueba de que los nervios, para bien o para mal, están a flor de piel. El soñado duelo Messi contra Neymar, el Maracanazo o la gloria de la sexta estrella. De momento, todavía queda mucha lucha. Y es probable que muchas lágrimas que derramar.