La selección española ha completado su peor participación en un Mundial, en la primera ocasión en la que defendía título. No fue por un solo factor, sino que esta debacle ha llegado por varios motivos. Uno de ellos reside ya en la lista, que fue la más cuestionada de todos los torneos que ha dirigido. Del Bosque citó a siete jugadores del Barcelona que no habían ganado un solo título en una mala campaña, a otros que llegaban muy justos por lesiones como Diego Costa o Juanfran, y quiso dar un reconocimiento a aquellos futbolistas que han conducido a la Roja a su etapa más gloriosa. Provocó que jugadores que habían merecido estar no estuviesen y que la revitalización que proporciona la renovación del grupo con gente joven apenas se produjese con la única entrada de Koke.

Tampoco ayudó el lugar de la concentración. Nunca eligió tan mal su cuartel general España. El error estaba hasta admitido, ya que de haber pasado a octavos de final no habría seguido en Curitiba. La Roja llegó a entrenar a siete grados cuando los partidos se jugaban a más de 25. Es indudable que ha habido una pérdida de identidad, España perdió su sello, el que ha asombrado al mundo con el estilo del toque. Los retoques de Del Bosque en dos partidos ante defensas de cinco empujaron a ello, las imprecisiones de sus jugadores lo remataron. El dardo envenenado que lanzó Xabi Alonso tras las dos derrotas acerca de la falta de hambre escoció en el grupo. Pero no le faltaba razón. Incluso lo había advertido Del Bosque meses antes del Mundial, cuando dijo que no veía la misma mirada en sus jugadores.

Por supuesto, el estado físico de algunos jugadores ha sido otra de las claves. Los españoles fueron los últimos que acabaron con la final de Liga de Campeones y un campeonato de Liga que condicionó a Del Bosque. La figura de Diego Costa, al que el seleccionador otorgó su confianza total, no ha acabado de cuajar. El delantero fue llamado sin estar recuperado de su lesión muscular. Las defensas de cinco de los rivales enterraron el planteamiento con falso nueve y Diego, recién llegado y sin los partidos necesarios para acoplarse al estilo, fue un elemento extraño

en el juego. Por otra parte, un grupo de jugadores que había roto con el pasado, había aprendido a competir y lo demostraba en los momentos decisivos de los torneos, dejó de hacerlo de repente. La historia fue diferente en los penaltis ante Italia, superando esa barrera de cuartos que parecía insuperable en la Eurocopa 2008, estando al límite ante Chile en el Mundial 2010, sacando a relucir su mejor fútbol en la semifinal frente a Alemania o sabiendo decantar de su lado la final de Johannesburgo; la competitividad de este grupo sí salió entonces.

Por último, otro de los factores perjudiciales, que habrá pasado desapercibido para el gran público, es el aislamiento total de los internacionales. Estos han pasado del espíritu de Neustift, pequeña localidad donde se gestó el éxito de la Eurocopa 2008, a aislarse del mundo en la ciudad deportiva Cajú, donde ni sus familias se acercaron. Las medidas de seguridad fueron excesivas, hasta había un radio de acción para que los periodistas nunca se acercasen a los jugadores cuando antes convivían sin problemas.