Hace cuatro años era la final, la puerta al paraíso. Hoy, en cambio, es el inicio de todo. España se asoma a Brasil con una estrella cosida en el pecho, segura de sí misma, sin dudas ni miedo. Ni por el presente más inmediato --le toca defender el título conquistado en Sudáfrica-- ni por el futuro. En Johannesburgo, el rival era una belicosa e impotente Holanda. En Salvador de Bahía es la nueva Holanda de Louis van Gaal.

Ni un rastro de nerviosismo en una selección que ha transitado con fiabilidad del 2010 hasta aquí, hasta el país do futebol. Nada le afecta a la España de Vicente del Bosque, ni siquiera la estrepitosa caída del Barça, el símbolo de su época más gloriosa. "La selección es un espacio aparte de un club. La hegemonía del fútbol español en Europa es manifiesta", se apresuró a recordar el salmantino en la atiborrada sala de prensa del Arena Fonte Nova de Salvador de Bahía. Cuando acabe la Copa del Mundo, ese recinto será el párking subterráneo del estadio. "No hay ninguna relación directa entre el Barcelona y la selección", dijo Del Bosque asumiendo, sin embargo, el papel influyente que tienen los azulgranas.

No quiso, sin embargo, dar pistas sobre su plan para derrocar la obra que ha levantado Van Gaal. "Hemos usado las dos opciones, cualquiera que elijamos irá bien", comentó Del Bosque en tono escueto sin anunciar si apostará por un delantero centro tradicional (Costa o Torres) o por la fórmula del falso 9 (Cesc o incluso Silva) sin olvidar que hasta Villa puede asumir esa función pero arrancando desde el flanco izquierdo del ataque. "No doy la alineación, pero no es por ningún secretismo tonto", se disculpó el técnico, entregado en elogios hacia el rival que se tropieza, de nuevo, en su ruta.

EL CAMBIO Holanda ya no es lo que era. Ni lo que fue. Perdido el Mundial del 2010 con aquel error de Robben ante Casillas que le perseguirá por los siglos de los siglos, Van Gaal ha decidido trabajar con los jóvenes. Ahí es uno de los mejores el extécnico del Barça, futuro jefe del United para pilotar la vida sin Fergusson. De sus cinco defensas, dos tienen 24 años y tres 22. No que ese aire juvenil lo que preocupa, ni tampoco su lógica inexperiencia sino que solo uno (Vlaar) juega fuera de Holanda. Y lo hace en el Aston Villa. O sea, ninguno de todos ellos está acostumbrados a partidos de este nivel. Se enfrentan hoy todos ellos a algo desconocido, tanto a nivel psicológico como futbolístico.

Y Van Gaal, entretanto, dibujando un plan para incomodar a España. Saldrá con cinco defensas, aunque, en realidad, serán tres si los laterales se incorporan al centro del campo para permitir una presión mayor sobre la salida del juego español. Eso libera de trabajo defensivo al triángulo formado por Sneijder, Robben y Van Persie, que no son solo las estrellas sino también los pilares ofensivos de una selección que tiene más de una cuenta pendiente con España. Le quitó el Mundial, un torneo maldito para ellos, hace cuatro años y el recuerdo de la ocasión fallada por Robben todavía tortura a todo el país.

Anda tranquilo Del Bosque, sin alterarle nada de lo que sucede a su alrededor. Ni siquiera el traspaso, hecho público ayer, de Cesc al Chelsea. "No interfiere nada en el ambiente", precisó el técnico, seguro de que España, a diferencia de Holanda, sí que ha hecho bien su transición. "Es cierto que ellos han cambiado muchísimo estos cuatro años. Su proporción es de 17 a 6 con respecto al Mundial del 2010", dijo en alusión a los escasos jugadores que han sobrevivido desde Johannesburgo. "Pero la lleva un hombre de fútbol, al que estimo mucho. Van Gaal es un excelente entrenador, que conserva la esencia del fútbol holandésO, recalcó recordando que "la proporción en España es al revés".

La "dulce revolución" de la campeona del mundo, según sostiene Del Bosque, la trae hasta un modernísimo estadio, ubicado al pie de las laderas de Salvador de Bahía, junto a favelas. Una ciudad de postales contradictorias recibe a la campeona. "Todos estamos emocionados por jugar un Mundial en Brasil", comentó el seleccionador, con la ilusión de un niño que se asoma al momento que ha soñado toda una vida. "No le tengo ningún miedo al futuro. No es una selección veterana sino madura, en plenitud", sentenció el técnico sin que nadie le preguntara entonces por el futuro. Pero antes de defender el presente quiso mirar un poco más allá: "No tenemos miedo a nada, estamos en plenitud, esta generación que se puede acabar ahora tiene relevo". Y eso empieza hoy.